- SIGNIFICANTE Y ESPIRITUALIDAD –
Cuando los psicólogos que trabajan con alucinógenos recogidos de las tradiciones americanas, ayahuasca, yague, psicolcibina, peyote, etc., dicen que en sus culturas, los maestros aborígenes se comunican con los espíritus del bajo, del medio y del alto mundo, estableciendo comunicación entre sus tres niveles; agregan que en nuestra cultura occidental este recorrido se traduce por un acceso a la espiritualidad.
Nos parece que la noción de espiritualidad, se utiliza como un comodín, con que se ubican estos niveles, para diferenciarlos de la psicología del comportamiento y la conducta; usan la noción como algo que no es definido explícitamente, o que se menciona como inefable, difícil de ser dicho mediante palabras; es a nuestro entender una noción que se basa en una idealización de lo psicológico.
Se intenta la crítica de la mente entendida como comportamiento, de la que se siente y se constata, precisamente en la experiencia alucinógena, su pequeñez; al ver que hay algo que esta concepción deja por fuera, algo esencial. A esto se lo llama espiritualidad. Nos parece un bello sonido.
Es correcto sostener que existe algo más que la conducta que se ve a simple vista; algo esencial de la mente, del pensamiento humano, que queda sin considerarse en la conducta.
Sin embargo, la bella sonoridad de la palabra espiritualidad – algo que hace sentir como de mal gusto cualquier crítica – es una palabra esencialmente vacía.
Solemos acordarnos de Saussure cuando nos dice que es más fácil hallar una verdad que saber qué lugar le corresponde. Viene al caso pero en una forma invertida. La palabra en cuestión nos parece que ocupa correctamente el lugar de algo esencial del pensamiento, que no está al alcance de la teoría psicológica, pero que la verdad no está dicha con la palabra. Es un señalamiento de lugar, usando el puntero emocional de la idealización.
¿Qué es espiritualidad? Lo que corresponde al espíritu. ¿Qué es el espíritu? Lo que olvida la teoría psicológica que cree que la mente es puro comportamiento.
Me siento de acuerdo con el psicólogo de los psicotrópicos en que esta teoría está coja de lo fundamental y la espiritualidad o la iluminación son los términos con que nombra ese renglón fundamental. Hasta aquí estoy de acuerdo: hay un escalón más, que es esencial.
¿Por qué usa este tipo de términos muy valorizados pero indiscriminados en cuanto a su sentido estricto? Creo que debe ser porque no tiene una teoría psicológica para enfocar su experiencia, viéndose obligado a tomar palabras de la cultura por unos y otros lados. Es una consecuencia inevitable del método un poco demasiado basado en la experiencia, en la empiria.
¿Qué es lo que pondría en ese sitio esencial? El inconsciente. Aquello en lo que consiste el descubrimiento freudiano. Eso, es lo esencial; lo que trabaja el tratamiento psicoanalítico, que no tiene que ver con hacer consciente lo inconsciente, como se supone vulgarmente, pero sí con hacer un viaje dentro de él.
Que el sujeto lo consiga mediante distintas situaciones, métodos o instrumen tos, de acuerdo pero, en todos los casos es un recorrido dentro de lo inconsciente.
Reconozco que la palabra inconsciente no tiene la belleza evocadora que lleva añadida la palabra espíritu o espiritual, pero puede acotarlo y evitar entrar en un efecto emocional de verdad, basado en una sensación de totalidad o de ideal, que es en lo que se entra al utilizar esta bella palabra.
Una manera de explicar lo inconsciente de Freud es como lo hace Lacan, con su teoría del significante. Lo mencionaremos tan sólo en este momento.
¿Por qué hacer este énfasis? ¿Es tan relevante la cuestión? Creo que tiene relevancia en la medida en que la tiene el pensamiento científico. Este pensamiento trata de trabajar con argumentos las cosas de la realidad, dejando fuera la preponderancia de lo emocional. No es que tenga nada contra lo emocional o contra los sentimientos, sólo que creo que su lugar no está en la ciencia o al menos en las explicaciones de que esta nos provee. Puede estar en el camino de producir los descubrimientos que, como decía el mismo Einstein, a veces pasan por la imaginación y por la creación poética. Con lo que no estoy conforme es con que se sitúen elementos emocionales confundidos con ideas, como creo que ocurre en este caso.
Algo parecido ocurre, lo cito tan sólo como otro ejemplo de apoyo para esta crítica, con la palabra energía, que se ha convertido también en una palabra comodín para las cuestiones psicológicas.
También con ella ocurre lo mismo, que suele ubicar bien el lugar de un concepto, pero deja en ese lugar una emoción que se toma como una idea. Que de igual modo, tiene que ver con procesos inconscientes de la naturaleza humana. Aunque esta vez el comodín emocional energía, no tenga tan bellas connotaciones como el anterior, lo que dicho sea de paso, le beneficia.
El aporte freudiano del inconsciente en el psiquismo, nos permite pensar que el humano es el que viaja permanentemente y sin término en el mundo del sentido, que es justamente lo que enseñan las plantas sagradas que utiliza el psicólogo. No es poco viaje, el de las plantas de marras, como el del inconsciente en el psicoanálisis; equivale a encarnar el conocimiento de que vivimos en el constante fluir de las interpretaciones o, por qué no, de las visiones de la propia identidad y del mundo. Algo así como la caída de las ideologías, por decirlo de un modo algo burdo.
Luis Schnitman
14.12.2008
Cuando los psicólogos que trabajan con alucinógenos recogidos de las tradiciones americanas, ayahuasca, yague, psicolcibina, peyote, etc., dicen que en sus culturas, los maestros aborígenes se comunican con los espíritus del bajo, del medio y del alto mundo, estableciendo comunicación entre sus tres niveles; agregan que en nuestra cultura occidental este recorrido se traduce por un acceso a la espiritualidad.
Nos parece que la noción de espiritualidad, se utiliza como un comodín, con que se ubican estos niveles, para diferenciarlos de la psicología del comportamiento y la conducta; usan la noción como algo que no es definido explícitamente, o que se menciona como inefable, difícil de ser dicho mediante palabras; es a nuestro entender una noción que se basa en una idealización de lo psicológico.
Se intenta la crítica de la mente entendida como comportamiento, de la que se siente y se constata, precisamente en la experiencia alucinógena, su pequeñez; al ver que hay algo que esta concepción deja por fuera, algo esencial. A esto se lo llama espiritualidad. Nos parece un bello sonido.
Es correcto sostener que existe algo más que la conducta que se ve a simple vista; algo esencial de la mente, del pensamiento humano, que queda sin considerarse en la conducta.
Sin embargo, la bella sonoridad de la palabra espiritualidad – algo que hace sentir como de mal gusto cualquier crítica – es una palabra esencialmente vacía.
Solemos acordarnos de Saussure cuando nos dice que es más fácil hallar una verdad que saber qué lugar le corresponde. Viene al caso pero en una forma invertida. La palabra en cuestión nos parece que ocupa correctamente el lugar de algo esencial del pensamiento, que no está al alcance de la teoría psicológica, pero que la verdad no está dicha con la palabra. Es un señalamiento de lugar, usando el puntero emocional de la idealización.
¿Qué es espiritualidad? Lo que corresponde al espíritu. ¿Qué es el espíritu? Lo que olvida la teoría psicológica que cree que la mente es puro comportamiento.
Me siento de acuerdo con el psicólogo de los psicotrópicos en que esta teoría está coja de lo fundamental y la espiritualidad o la iluminación son los términos con que nombra ese renglón fundamental. Hasta aquí estoy de acuerdo: hay un escalón más, que es esencial.
¿Por qué usa este tipo de términos muy valorizados pero indiscriminados en cuanto a su sentido estricto? Creo que debe ser porque no tiene una teoría psicológica para enfocar su experiencia, viéndose obligado a tomar palabras de la cultura por unos y otros lados. Es una consecuencia inevitable del método un poco demasiado basado en la experiencia, en la empiria.
¿Qué es lo que pondría en ese sitio esencial? El inconsciente. Aquello en lo que consiste el descubrimiento freudiano. Eso, es lo esencial; lo que trabaja el tratamiento psicoanalítico, que no tiene que ver con hacer consciente lo inconsciente, como se supone vulgarmente, pero sí con hacer un viaje dentro de él.
Que el sujeto lo consiga mediante distintas situaciones, métodos o instrumen tos, de acuerdo pero, en todos los casos es un recorrido dentro de lo inconsciente.
Reconozco que la palabra inconsciente no tiene la belleza evocadora que lleva añadida la palabra espíritu o espiritual, pero puede acotarlo y evitar entrar en un efecto emocional de verdad, basado en una sensación de totalidad o de ideal, que es en lo que se entra al utilizar esta bella palabra.
Una manera de explicar lo inconsciente de Freud es como lo hace Lacan, con su teoría del significante. Lo mencionaremos tan sólo en este momento.
¿Por qué hacer este énfasis? ¿Es tan relevante la cuestión? Creo que tiene relevancia en la medida en que la tiene el pensamiento científico. Este pensamiento trata de trabajar con argumentos las cosas de la realidad, dejando fuera la preponderancia de lo emocional. No es que tenga nada contra lo emocional o contra los sentimientos, sólo que creo que su lugar no está en la ciencia o al menos en las explicaciones de que esta nos provee. Puede estar en el camino de producir los descubrimientos que, como decía el mismo Einstein, a veces pasan por la imaginación y por la creación poética. Con lo que no estoy conforme es con que se sitúen elementos emocionales confundidos con ideas, como creo que ocurre en este caso.
Algo parecido ocurre, lo cito tan sólo como otro ejemplo de apoyo para esta crítica, con la palabra energía, que se ha convertido también en una palabra comodín para las cuestiones psicológicas.
También con ella ocurre lo mismo, que suele ubicar bien el lugar de un concepto, pero deja en ese lugar una emoción que se toma como una idea. Que de igual modo, tiene que ver con procesos inconscientes de la naturaleza humana. Aunque esta vez el comodín emocional energía, no tenga tan bellas connotaciones como el anterior, lo que dicho sea de paso, le beneficia.
El aporte freudiano del inconsciente en el psiquismo, nos permite pensar que el humano es el que viaja permanentemente y sin término en el mundo del sentido, que es justamente lo que enseñan las plantas sagradas que utiliza el psicólogo. No es poco viaje, el de las plantas de marras, como el del inconsciente en el psicoanálisis; equivale a encarnar el conocimiento de que vivimos en el constante fluir de las interpretaciones o, por qué no, de las visiones de la propia identidad y del mundo. Algo así como la caída de las ideologías, por decirlo de un modo algo burdo.
Luis Schnitman
14.12.2008
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