MÁS QUE “EL FIN DE LOS GRANDES RELATOS”,
EL FIN DE SU IDEALIZACIÓN
Pensamos que, de una similar manera a lo que ocurre con la psiquis, en que la conciencia y lo inconsciente se trabajan entre sí poniéndose límites, esto mismo se podría pensar en la idea de lo post moderno.
Siendo así que no propondría exactamente “el fin de los grandes relatos”, sino el fin de su vanidad, por decir así; el fin de la idealización de los grandes relatos. El fin de los grandes,… el comienzo de los relatos.
No se trataría entonces de una relativización sin medida, como podrían suponerse, y como parece haberse vulgarizado la idea, y como les gustaría a algunos que, en todo lo que se pueda hallar algo de relativo o de no absoluto, suponen la aparición del caos.
En lo psíquico por ejemplo aparece la necesidad de sostener alguna creencia, alguna valoración, algún tabú positivo o negativo, para poner un límite a la combinatoria pura de la red significante, porque si no ésta, que trabaja más allá del sentido, en un jugar puro de combinaciones, llevaría sus efectos de sentido a la locura, a la indiscriminación, a una navegación indeterminada por cualquier universo de símbolos.
Se trata de que no es posible no creer y no es lícito científicamente creer sin apuntes de la razón sobre el sentimiento de creencia. Una especie de lógica paradojal, que es por otra parte la del inconsciente en Freud.
Algo de esto habría de estar funcionando en la concepción de lo post moderno, algo que, lejos de tirar a la basura lo anterior, en este caso lo moderno, lo relativiza en el sentido de hacer énfasis en que el valor absoluto con que lo vivimos o sentimos, no está garantizado.
Creo que esta manera de entenderlo estaría afirmando lo que puede llamarse una idea verdad en proceso.
No se trataría entonces de una llamada al nihilismo ni al caos ni a nada por el estilo, sino a una alerta sobre el sentimiento de vanidad con que se asume el saber.
Una alerta sobre la idealización, por una parte inevitable ¡y tan humana! de los saberes, de las concepciones y teorías. De saber en fin, como dicta el sentido común, que todos nos podemos equivocar.
En este sentido más que “el fin de los grandes relatos”, expresión que sugiere un saber fragmentado cuya lógica rechaza todo lo que se extiende más allá de un punto en el espacio de las ideas, nos gustaría que se tratara de una propuesta del fin de la idealización de los grandes relatos.
En el conocimiento de que la tendencia a la idealización es inevitable, la conciencia de que ha de ser trabajada con mayor entidad a partir de este nuevo paradigma.
Luis Schnitman. Cali. Colombia. 2008
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