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domingo, 9 de marzo de 2014

AMOR POR LA MASACRE.

EL DELINCUENTE POR SENTIMIENTO DE CULPABILIDAD.
LOS QUE FRACASAN AL TRIUNFAR.*
*Sigmund Freud. 
- Propuesta para la elaboración de la violencia colombiana -

En una situación enconada, como la violencia crónica del país colombiano, en que la sociedad se maneja mediante el desangre cruel entre habitantes, día tras día, año tras año, siglo tras siglo, con el consecuente alto nivel de fracaso de la sociedad; puede estarse manifestando un rasgo psicológico del carácter nacional, similar a los que Freud muestra en los dos artículos del título.

En el primero, una persona perseguida por una ansiedad que no sabe cómo evitar, termina encontrando una forma de huir de ese doloroso estado: Cometer un delito y hacerse detener.
En la cárcel, por fin, está libre de angustia.
Delinque, nos dice el autor, para pagar por un sentimiento de culpabilidad que ha invadido su inconsciente desde la infancia, formando parte de su personalidad.
No hay nada real en su sentimiento de culpabilidad; se trata de una fantasía inconsciente producida en su historia de vida sentimental;  sin embargo para el que la siente, es tan real como si correspondiese a la realidad más férrea.
Por eso, al llevar la fantasía a una situación real, se calma, y eso lo lleva a delinquir. La culpa real es menor que la angustiosa culpa inconsciente, de allí la elección delictiva.

En el segundo trabajo, Los que fracasan al triunfar, se avanza un paso más, apuntando a la causa de la culpa inconsciente.
Una persona triunfa en alguna empresa de la realidad y entonces, como si se hubiera apretado un botón detonador, surge la mortificación.
La razón está en que, inconscientemente, siente que ha violado una ley no escrita del amor con los padres, en la etapa inicial de formación de su personalidad: la fantasía de amor consumado con un progenitor. La ley a la que se ha faltado es la prohibición del incesto, una ley que imprime un mecanismo paradojal en el alma humana: Sobre la base de un amor fundamental por los padres, al pequeño niño en formación, se le prohibirá aquello que más quiere. Se le obliga a sustituir estos primeros objetos de amor.
Si no se ha salido bien de esta primera forma amorosa del niño, cuando triunfa en la vida real, surge la mortificación, la angustia; porque alcanzar esa situación  está asociado inconscientemente con alcanzar el objeto deseado contraviniendo la ley. El triunfo es sentido como la consumación del incesto de la primera posición de amor con los padres.
Ha fallado en el sujeto la instalación del mecanismo de sustitución de objeto de amor, habiendo quedado ligado todo triunfo real con la angustia de posesión de aquel objeto prohibido de sus primeras experiencias infantiles.

En el primer caso, una fantasía inconsciente culposa lleva a cometer delitos para pagar en la realidad y aminorar dicho sentimiento interno. En el segundo, la búsqueda repetida de un fracaso “sirve” para evitar la amenaza angustiosa de cometer el peor de los delitos, el éxito en la empresa prohibida.

Hasta qué punto estos mecanismos psíquicos individuales o familiares pueden  volverse una tradición grupal y hasta cultural; e incluso llegar a estar imbricados en las causas sociales de una guerra fratricida, es un interrogante cuya respuesta no es fácil pero en nuestro entender puede ser válido investigar.


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