EL DELINCUENTE POR SENTIMIENTO DE
CULPABILIDAD.
LOS QUE FRACASAN AL TRIUNFAR.*
*Sigmund Freud.
- Propuesta
para la elaboración de la violencia colombiana -
En una situación enconada, como la violencia
crónica del país colombiano, en que la sociedad se maneja mediante el desangre
cruel entre habitantes, día tras día, año tras año, siglo tras siglo, con el
consecuente alto nivel de fracaso de la sociedad; puede estarse manifestando un
rasgo psicológico del carácter nacional, similar a los que Freud muestra en los
dos artículos del título.
En el primero, una persona perseguida por una
ansiedad que no sabe cómo evitar, termina encontrando una forma de huir de ese doloroso
estado: Cometer un delito y hacerse detener.
En la cárcel, por fin, está libre de
angustia.
Delinque, nos dice el autor, para pagar por
un sentimiento de culpabilidad que ha invadido su inconsciente desde la
infancia, formando parte de su personalidad.
No hay nada real en su sentimiento de
culpabilidad; se trata de una fantasía inconsciente producida en su historia de
vida sentimental; sin embargo para el
que la siente, es tan real como si correspondiese a la realidad más férrea.
Por eso, al llevar la fantasía a una
situación real, se calma, y eso lo lleva a delinquir. La culpa real es menor
que la angustiosa culpa inconsciente, de allí la elección delictiva.
En el segundo trabajo, Los que fracasan al triunfar, se avanza un paso más, apuntando a la
causa de la culpa inconsciente.
Una persona triunfa en alguna empresa de la
realidad y entonces, como si se hubiera apretado un botón detonador, surge la
mortificación.
La razón está en que, inconscientemente, siente
que ha violado una ley no escrita del amor con los padres, en la etapa inicial
de formación de su personalidad: la fantasía de amor consumado con un
progenitor. La ley a la que se ha faltado es la prohibición del incesto, una
ley que imprime un mecanismo paradojal en el alma humana: Sobre la base de un
amor fundamental por los padres, al pequeño niño en formación, se le prohibirá
aquello que más quiere. Se le obliga a sustituir estos primeros objetos de
amor.
Si no se ha salido bien de esta primera forma
amorosa del niño, cuando triunfa en la vida real, surge la mortificación, la
angustia; porque alcanzar esa situación
está asociado inconscientemente con alcanzar el objeto deseado
contraviniendo la ley. El triunfo es sentido como la consumación del incesto de
la primera posición de amor con los padres.
Ha fallado en el sujeto la instalación del
mecanismo de sustitución de objeto de amor, habiendo quedado ligado todo triunfo
real con la angustia de posesión de aquel objeto prohibido de sus primeras
experiencias infantiles.
En el primer caso, una fantasía inconsciente culposa
lleva a cometer delitos para pagar en la realidad y aminorar dicho sentimiento
interno. En el segundo, la búsqueda repetida de un fracaso “sirve” para evitar
la amenaza angustiosa de cometer el peor de los delitos, el éxito en la empresa
prohibida.
Hasta qué punto estos mecanismos psíquicos
individuales o familiares pueden volverse una tradición grupal y hasta
cultural; e incluso llegar a estar imbricados en las causas sociales de una
guerra fratricida, es un interrogante cuya respuesta no es fácil pero en
nuestro entender puede ser válido investigar.
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