Según el periódico gratuito Metro, de Madrid, del 24/10/2008, el sucesor de Jord Haider, recientemente malogrado presidente del partido de ultraderecha austríaco, Stefan Petzner, declaró en un programa de la ORF, respecto a su anterior jefe de filas: “Nuestra relación iba más allá de la amistad. Era el hombre de mi vida”.
A continuación fue expulsado del partido.
Como el choque en el que murió Haider, se produjo después de haber salido de un bar gay; estas dos cosas, sumadas, conmueven una vez más a la opinión, por llamar la atención hasta límites de extrañeza; debido al extremo contraste entre esos hechos personales y la ideología de sus protagonistas, que hace su bandera, entre otros pilares, del rechazo a la homosexualidad.
No es la primera vez que esto se produce en personajes significados de este tipo de militancia.
Recuerdo el famoso senador estadounidense Mc Arthur, que dio origen a la casa de brujas contra los comunistas, que se denominó macartismo, que resultó ser homosexual.
De fechas más recientes, hará un par de años, también en USA, un senador republicano, conocido por ser un adalid de la oposición radical a la homosexualidad, entre otras banderas ideológicas como los negros, latinos y otras minorías, fue denunciado por tocamientos a un hombre en el servicio de un aeropuerto, que resultó ser, si no estoy mal, un servidor público de la policía.
El señor apareció en público junto con su señora, sosteniendo el tipo. Lo cual hay que reconocerlo, pero esto es otra cosa.
Tengo en mente otro ejemplo similar, también de un congresista del mismo país y signo ideológico, con el que pasó algo semejante, que en este momento no tengo a la mano, hará de eso unos cinco años. Disculpe el lector que no de la referencia a este hecho.
No quiero decir que por estos ejemplos se pueda sacar una conclusión general, como que la tendencia o la realidad del ultraderechista sea ser homosexual. Pero aceptará el lector que asombra a la opinión del hombre de la calle que en este personaje se den estos casos, extremadamente contradictorios, especialmente cuando se trata de personas que lideran estos movimientos. ¿Será que tiene relación especialmente con el hecho de que sean líderes de esta ideología? Hay algo que se resiste a la lógica en estos casos, aunque fueran sólo significativos a título de los protagonistas individualmente.
Tenga el valor real que tuviese, nos parece interesante hacernos la pregunta:
¿La posición ultra derechista o incluso simplemente la posición ultra - vale decir extrema - en cualquier posición ideológica, tiene algo que ver con la producción de esta inversión extrema de los valores? O, de otra forma ¿La pureza de la posición tiende a su inversión?
Nos acordamos aquí del ejemplo bíblico de Luz Bel.
Como todos sabemos, Luzbel es uno de los nombres del diablo.
Y sabemos también que la palabra luzbel es equivalente a luz bella. Es un contrasentido. Pero es. Y la historia bíblica es la del ángel más puro del cielo que, por su especial resplandor era llamado así, luz bella.
Y resultó que justamente el mayor ángel se convirtió en el demonio. Lo que llama la atención es que no fue cualquier ángel, que ya hubiera sido bastante curioso, sino el mayor ángel, la mayor luz, la que cae en la mayor oscuridad.
Otro caso curioso, ya en el terreno de la mitología griega, es el del joven Ícaro, que por la vanidad de querer llegar al sol, cayó al mar al derretirse sus alas, hechas de cera.
Nuevamente:
¿Por qué la posición simbólica extrema facilita la inversión de los valores que defiende?
Desde el punto de vista de la teoría psicoanalítica, esto podría hallar su explicación en la teoría del significante del Dr. Lacan. Es un concepto bastante complejo y discutido, pero quiero tomarlo de un lado sencillo.
En el fondo de la mente hay una suerte de ruedita de símbolos. Todo está en los mecanismos del lenguaje, somos seres del lenguaje. No pensamos el lenguaje de nuestro ser sino que es al revés. Esto es lo más sorprendente de su idea y a mí me parece lo más interesante. El lenguaje nos piensa, el lenguaje nos hace ser, el lenguaje nos produce el ser. Somos seres del lenguaje.
Y la base del mecanismo del lenguaje, gracias al cual vivimos es que hay una ruedita de símbolos que gira y gira, que no puede parar de girar, como Sarkozy, el presidente francés, que no puede parar de actuar.
Y el producto del permanente cambio de la combinación de esta ruedita o red de símbolos, es el sujeto.
Esto podría decirse de un modo más preciso, pero esta es la idea. Depende nuestro ser de la combinación de los símbolos de esa ruedita o de esa red.
Esto implica una doble condición para el sujeto, que explicaría la situación de la inversión de los valores de las posiciones extremas.
Nos condiciona de dos maneras en cierta forma, opuestas o paradójicas.
Por una parte nos hace relativos al momento de la combinación.
Por la otra nos vemos atados de forma absoluta a ese momento.
Y ambas situaciones mecánicas de la base del alma, la condicionan y son sentidas por nuestra alma.
La relatividad de la forma de nuestro ser, es sentida como una inquietud, como una inestabilidad en nuestro sentimiento de ser, en nuestra identidad.
La absoluta dependencia de la posición de los símbolos en cada momento de su combinación, nos hace sentir una emoción absoluta del sentimiento de ser, de la identidad.
Con esta paradójica situación del sujeto, puede estar relacionado el fenómeno de la inversión del sentido y sus valores, que a veces experimenta el que está sometido a una posición ideológica extrema.
La teoría del significante somete al sujeto, en tanto lo produce, en dos vertientes.
Le somete absolutamente, de un modo absolutamente cambiante.
En este sentido, el extremismo de la fijación del ser, no sería una característica propia de una persona de derechas; sino de toda posición extrema, en tanto tensaría excesivamente el movimiento de los símbolos que es, como decimos, permanente, inevitable, por su propia naturaleza.
Al tensar mucho la cuerda, como suele decirse, algo salta de un modo brusco, en la forma que Freud enseñó respecto del lapsus; produciendo un efecto que habla, que expresa esta tensión, efecto que puede producirse como una inversión extrema de aquello que el sujeto pretende ser.
Una posición extrema es en este sentido, la que pretende fijar el movimiento de la combinación, que es propia de la ruedita que nos hace ser.
Si aceptamos lo anterior, cabría preguntar por el caso contrario, por el ultraizquierdista.
Este caería, en el extremo de su sometimiento a la posición móvil de los símbolos que lo hacen ser como sujeto; cayendo igual que el del signo opuesto, en una pretensión de inmovilidad. Una pretensión de fijación de su transformación permanente como sujeto. La “revolución permanente” de Trotsky podría ser su paradigma.
¿Cuál podría ser el síntoma por el que se denunciaría esta fijación contraria? ¿Quizás por la caída en la posición dogmática?
Creemos que sí, y creemos ver cumplida esta salida también sintomática, en la caída en acciones despóticas, de imposición de una verdad, que siente, igual que el del extremo contrario, como absoluta.
Luis Schnitman
10/2008
A continuación fue expulsado del partido.
Como el choque en el que murió Haider, se produjo después de haber salido de un bar gay; estas dos cosas, sumadas, conmueven una vez más a la opinión, por llamar la atención hasta límites de extrañeza; debido al extremo contraste entre esos hechos personales y la ideología de sus protagonistas, que hace su bandera, entre otros pilares, del rechazo a la homosexualidad.
No es la primera vez que esto se produce en personajes significados de este tipo de militancia.
Recuerdo el famoso senador estadounidense Mc Arthur, que dio origen a la casa de brujas contra los comunistas, que se denominó macartismo, que resultó ser homosexual.
De fechas más recientes, hará un par de años, también en USA, un senador republicano, conocido por ser un adalid de la oposición radical a la homosexualidad, entre otras banderas ideológicas como los negros, latinos y otras minorías, fue denunciado por tocamientos a un hombre en el servicio de un aeropuerto, que resultó ser, si no estoy mal, un servidor público de la policía.
El señor apareció en público junto con su señora, sosteniendo el tipo. Lo cual hay que reconocerlo, pero esto es otra cosa.
Tengo en mente otro ejemplo similar, también de un congresista del mismo país y signo ideológico, con el que pasó algo semejante, que en este momento no tengo a la mano, hará de eso unos cinco años. Disculpe el lector que no de la referencia a este hecho.
No quiero decir que por estos ejemplos se pueda sacar una conclusión general, como que la tendencia o la realidad del ultraderechista sea ser homosexual. Pero aceptará el lector que asombra a la opinión del hombre de la calle que en este personaje se den estos casos, extremadamente contradictorios, especialmente cuando se trata de personas que lideran estos movimientos. ¿Será que tiene relación especialmente con el hecho de que sean líderes de esta ideología? Hay algo que se resiste a la lógica en estos casos, aunque fueran sólo significativos a título de los protagonistas individualmente.
Tenga el valor real que tuviese, nos parece interesante hacernos la pregunta:
¿La posición ultra derechista o incluso simplemente la posición ultra - vale decir extrema - en cualquier posición ideológica, tiene algo que ver con la producción de esta inversión extrema de los valores? O, de otra forma ¿La pureza de la posición tiende a su inversión?
Nos acordamos aquí del ejemplo bíblico de Luz Bel.
Como todos sabemos, Luzbel es uno de los nombres del diablo.
Y sabemos también que la palabra luzbel es equivalente a luz bella. Es un contrasentido. Pero es. Y la historia bíblica es la del ángel más puro del cielo que, por su especial resplandor era llamado así, luz bella.
Y resultó que justamente el mayor ángel se convirtió en el demonio. Lo que llama la atención es que no fue cualquier ángel, que ya hubiera sido bastante curioso, sino el mayor ángel, la mayor luz, la que cae en la mayor oscuridad.
Otro caso curioso, ya en el terreno de la mitología griega, es el del joven Ícaro, que por la vanidad de querer llegar al sol, cayó al mar al derretirse sus alas, hechas de cera.
Nuevamente:
¿Por qué la posición simbólica extrema facilita la inversión de los valores que defiende?
Desde el punto de vista de la teoría psicoanalítica, esto podría hallar su explicación en la teoría del significante del Dr. Lacan. Es un concepto bastante complejo y discutido, pero quiero tomarlo de un lado sencillo.
En el fondo de la mente hay una suerte de ruedita de símbolos. Todo está en los mecanismos del lenguaje, somos seres del lenguaje. No pensamos el lenguaje de nuestro ser sino que es al revés. Esto es lo más sorprendente de su idea y a mí me parece lo más interesante. El lenguaje nos piensa, el lenguaje nos hace ser, el lenguaje nos produce el ser. Somos seres del lenguaje.
Y la base del mecanismo del lenguaje, gracias al cual vivimos es que hay una ruedita de símbolos que gira y gira, que no puede parar de girar, como Sarkozy, el presidente francés, que no puede parar de actuar.
Y el producto del permanente cambio de la combinación de esta ruedita o red de símbolos, es el sujeto.
Esto podría decirse de un modo más preciso, pero esta es la idea. Depende nuestro ser de la combinación de los símbolos de esa ruedita o de esa red.
Esto implica una doble condición para el sujeto, que explicaría la situación de la inversión de los valores de las posiciones extremas.
Nos condiciona de dos maneras en cierta forma, opuestas o paradójicas.
Por una parte nos hace relativos al momento de la combinación.
Por la otra nos vemos atados de forma absoluta a ese momento.
Y ambas situaciones mecánicas de la base del alma, la condicionan y son sentidas por nuestra alma.
La relatividad de la forma de nuestro ser, es sentida como una inquietud, como una inestabilidad en nuestro sentimiento de ser, en nuestra identidad.
La absoluta dependencia de la posición de los símbolos en cada momento de su combinación, nos hace sentir una emoción absoluta del sentimiento de ser, de la identidad.
Con esta paradójica situación del sujeto, puede estar relacionado el fenómeno de la inversión del sentido y sus valores, que a veces experimenta el que está sometido a una posición ideológica extrema.
La teoría del significante somete al sujeto, en tanto lo produce, en dos vertientes.
Le somete absolutamente, de un modo absolutamente cambiante.
En este sentido, el extremismo de la fijación del ser, no sería una característica propia de una persona de derechas; sino de toda posición extrema, en tanto tensaría excesivamente el movimiento de los símbolos que es, como decimos, permanente, inevitable, por su propia naturaleza.
Al tensar mucho la cuerda, como suele decirse, algo salta de un modo brusco, en la forma que Freud enseñó respecto del lapsus; produciendo un efecto que habla, que expresa esta tensión, efecto que puede producirse como una inversión extrema de aquello que el sujeto pretende ser.
Una posición extrema es en este sentido, la que pretende fijar el movimiento de la combinación, que es propia de la ruedita que nos hace ser.
Si aceptamos lo anterior, cabría preguntar por el caso contrario, por el ultraizquierdista.
Este caería, en el extremo de su sometimiento a la posición móvil de los símbolos que lo hacen ser como sujeto; cayendo igual que el del signo opuesto, en una pretensión de inmovilidad. Una pretensión de fijación de su transformación permanente como sujeto. La “revolución permanente” de Trotsky podría ser su paradigma.
¿Cuál podría ser el síntoma por el que se denunciaría esta fijación contraria? ¿Quizás por la caída en la posición dogmática?
Creemos que sí, y creemos ver cumplida esta salida también sintomática, en la caída en acciones despóticas, de imposición de una verdad, que siente, igual que el del extremo contrario, como absoluta.
Luis Schnitman
10/2008
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