
Según a quien se dirige el escritor, a quién habla el hablante, es lo que dice. Si se habla al amigo, a la novia, a la mamá, se desarrolla lo que permite el encuentro con las ideas del interlocutor; y si lo hace con más personas, con el mundo, se dice lo que tiene lugar en el entrecruzamiento con el mundo. Tampoco es la propia ideología del escritor la que produce sus ideas, que son producto de su ideología en un comienzo y se van convirtiendo en el trabajo del mundo. En este sentido, la escritura es una función social.
Freud escribe en una época en que el conocimiento entendía que la verdad del sujeto no era lo evidente, sino lo que estaba latente en lo evidente. En ese molde construye la teoría del inconsciente.
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