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lunes, 3 de julio de 2017

HACIA EL PSICOANÁLISIS COMUNITARIO


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JORGE ALEMÁN* (Psicoanalista y ensayista argentino-español)
PSICOANÁLISIS Y CULTURA ACTUAL.
                                                                                                                  
En ´El malestar en la cultura´ Freud ve que hay un fracaso estructural de la cultura. Porque si bien la cultura es lo que permite la inscripción de los sujetos en el orden simbólico, a la vez en el interior de la cultura hay un dispositivo que Freud denomina Súper yo que desarrolla lo que podríamos llamar una genealogía de la moral, en la cual Freud muestra algo más subversivo que el propio Nietzsche, para quien ingresar a la cultura es aceptar renuncias en función del lazo social, mientras que Freud muestra que el lazo social mismo está contaminado por esa renuncia que a la vez introduce un modo de satisfacción. Es el primero que vincula renuncia a la satisfacción. En términos lacanianos podríamos decir que es el primero que piensa que la renuncia y el plus de gozar están vinculados estructuralmente.

Ese dispositivo superyoico, en el rasgo sádico del superyó, es lo que tal vez el malestar en la cultura actual ha colonizado de una manera muy eficiente.

En el malestar en la cultura actual no podríamos decir que el problema sea el totalitarismo sobre el que nos advirtió Freud en su hora, o en todo caso tendríamos que pensar en un totalitarismo de nuevo cuño donde el dispositivo del superyó ha sido colonizado por el neoliberalismo.

Sujetos que satisfacen algo yendo en contra de sus propios intereses. Incluso sujetos que son capaces de dañarse muy seriamente a sí mismos con tal de producir un daño en los demás, de lo que es un ejemplo extremo el terrorismo contemporáneo. Ayer un niño de 12 años se inmoló para matar a 52 personas.

Creo que el malestar en la cultura actual no es advertir de un tiempo de totalitarismo sino que en lo que llamamos democracia hay aspectos que han sido  capturados por dispositivos de producción de subjetividades que están más allá del principio del placer, que han situado nuevas formas de exigencia.

La sustitución de lo imposible por lo ilimitado.

El sujeto neoliberal no está en un discurso, está en un dispositivo, porque contradice la lógica de los discursos en el sentido de que clausura la imposibilidad, rechaza el amor, y especialmente porque borra lo imposible e introduce lo ilimitado.

La dimensión de lo ilimitado hace experimentar al sujeto un empuje a ir más allá de si mismo, lo que me parece un elemento clave para pensar el malestar en la cultura contemporánea, que yo no creo que funcione si no va acompañado de algo que viene de la cultura americana, los relatos de autoayuda, narraciones de realización de uno mismo, están absolutamente conjugados por este dispositivo superyoico de rendimiento que el neoliberalismo ha extendido universalmente.
Logra que cada lector sienta que está dirigido a lo más propio de cada uno, la gente lo lee como si en cada palabra se reconociera y a la vez se han vendido cuarenta millones de ejemplares; así que se encuentra con una exigencia de felicidad, de realización de uno mismo que es imposible de cumplir.
En un símil, lo ilimitado es como si alguien se tomara un vaso de agua para calmar la sed y que la sed aumentase.

Creo que el malestar en la cultura se ha desplazado, la amenaza de la cultura ya no es la amenaza totalitaria clásica, sino que en el interior mismo de las sociedades democráticas funcionan como un estado de excepción.

(El uno por uno que a veces los psicoanalistas dicen, el uno por uno enfrentado a lo colectivo, me parece que debe ser revisado, porque no se trata del uno por uno, se trata de lo singular).

Es evidente que el neoliberalismo no ha elegido el psicoanálisis.
Dado que el proyecto de esta producción de subjetividad es la des simbolización, destruyendo toda relación con cualquier legado simbólico.

Es interrumpir la fórmula ´allí donde el yo era, el otro, el sujeto, ha de advenir´. Esta producción de subjetividad empuja al sujeto a un presente permanente, a algo que no es susceptible de ser historizado, algo que no puede ser narrado.

Hay que entender que el botín de guerra del neoliberalismo es la producción de subjetividad. Como anticipaba Margaret Thatcher: La economía es el método y el objetivo es el alma.

Lacan, el discurso capitalista.

Lacan decía que el discurso capitalista marchaba hacia su consunción. Como un dispositivo que desde su propio interior se va a ir consumiendo, autodestruyendo. No sabemos de qué manera, no se puede esperar nada de eso.

Pero lo cierto es que a diferencia de las utopías con las que Freud discutía, ya no tenemos la incertidumbre de qué tipo de futuro puede haber, o de realizar una sociedad que fuese mejor.

En este sentido el psicoanálisis sería una actitud conservadora, no en el sentido de la tradición política conservadora, sino de pensar qué es lo que merece la pena ser conservado.

No tiene tanto misterio, esto va a un punto que no tiene forma de ser habitado. Se trata de producir lógicas desde dentro mismo del dispositivo neoliberal, que no estén de antemano atrapadas por la lógica del dispositivo.” *

Si uno toma la idea de ´lo singular´ en lugar de la del ´uno por uno´, como nos lo sugiere Alemán, se nos plantea algo que podría entenderse como la lucha o la tarea de la construcción de sí mismo, en lo que cada uno desarrolla un sendero particular. Es la forma de este camino de búsqueda de sí mismo donde estaría la singularidad de cada sujeto.

En cada caso, en cada ´uno´, su trabajo de ser alguien lleva al sujeto a vicisitudes particulares. Esto es lo semejante. Al mismo tiempo, lo singular de cada cual en tanto buscador del sentido de su identidad.

Por eso entiendo que es posible sustentar el trabajo del discurso psicoanalítico  comunitario, porque la palabra psicoanalítica en su método de ´interpretación inconsciente´ en la dimensión que le dio Freud, como un cambio y una producción de símbolos, trabaja lo común de la singularidad.

Parece un trabalenguas, pero quiere decir que todos estamos en lo  mismo, buscando un destino.

Cada uno está afrontando su lucha, su camino personal. Somos en esto hermanos de camino, semejantes.

Es por eso que en las tradiciones de enseñanza basadas en el discípulo y el maestro, haya variados magisterios, cada maestro formado en cada camino recorrido.

En un grupo dado y en un momento dado por ejemplo, ofrecer esta idea de que cada uno tiene un camino de construcción de sí mismo y que en esto somos hermanos, puede producir un efecto de interpretación y de posible visión en que cada miembro del grupo se pregunte o suponga sus pasos. Saber al menos que todos estamos en un sendero de búsqueda de nosotros mismos.

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