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JORGE
ALEMÁN* (Psicoanalista
y ensayista argentino-español)
PSICOANÁLISIS
Y CULTURA ACTUAL.
“En ´El
malestar en la cultura´ Freud ve que hay un fracaso estructural de la cultura.
Porque si bien la cultura es lo que permite la inscripción de los sujetos en el
orden simbólico, a la vez en el interior de la cultura hay un dispositivo que
Freud denomina Súper yo que desarrolla lo que podríamos llamar una genealogía
de la moral, en la cual Freud muestra algo más subversivo que el propio Nietzsche,
para quien ingresar a la cultura es aceptar renuncias en función del lazo
social, mientras que Freud muestra que el lazo social mismo está contaminado
por esa renuncia que a la vez introduce un modo de satisfacción. Es el primero
que vincula renuncia a la satisfacción. En términos lacanianos podríamos decir
que es el primero que piensa que la renuncia y el plus de gozar están
vinculados estructuralmente.
Ese
dispositivo superyoico, en el rasgo sádico del superyó, es lo que tal vez el
malestar en la cultura actual ha colonizado de una manera muy eficiente.
En el
malestar en la cultura actual no podríamos decir que el problema sea el totalitarismo
sobre el que nos advirtió Freud en su hora, o en todo caso tendríamos que
pensar en un totalitarismo de nuevo cuño donde el dispositivo del superyó ha
sido colonizado por el neoliberalismo.
Sujetos
que satisfacen algo yendo en contra de sus propios intereses. Incluso sujetos
que son capaces de dañarse muy seriamente a sí mismos con tal de producir un
daño en los demás, de lo que es un ejemplo extremo el terrorismo contemporáneo.
Ayer un niño de 12 años se inmoló para matar a 52 personas.
Creo que
el malestar en la cultura actual no es advertir de un tiempo de totalitarismo
sino que en lo que llamamos democracia hay aspectos que han sido capturados por dispositivos de producción de
subjetividades que están más allá del principio del placer, que han situado
nuevas formas de exigencia.
La sustitución de lo imposible por lo
ilimitado.
El
sujeto neoliberal no está en un discurso, está en un dispositivo, porque
contradice la lógica de los discursos en el sentido de que clausura la
imposibilidad, rechaza el amor, y especialmente porque borra lo imposible e
introduce lo ilimitado.
La
dimensión de lo ilimitado hace experimentar al sujeto un empuje a ir más allá
de si mismo, lo que me parece un elemento clave para pensar el malestar en la
cultura contemporánea, que yo no creo que funcione si no va acompañado de algo
que viene de la cultura americana, los relatos de autoayuda, narraciones de
realización de uno mismo, están absolutamente conjugados por este dispositivo
superyoico de rendimiento que el neoliberalismo ha extendido universalmente.
Logra
que cada lector sienta que está dirigido a lo más propio de cada uno, la gente
lo lee como si en cada palabra se reconociera y a la vez se han vendido
cuarenta millones de ejemplares; así que se encuentra con una exigencia de
felicidad, de realización de uno mismo que es imposible de cumplir.
En un símil,
lo ilimitado es como si alguien se tomara un vaso de agua para calmar la sed y
que la sed aumentase.
Creo
que el malestar en la cultura se ha desplazado, la amenaza de la cultura ya no
es la amenaza totalitaria clásica, sino que en el interior mismo de las
sociedades democráticas funcionan como un estado de excepción.
(El uno
por uno que a veces los psicoanalistas dicen, el uno por uno enfrentado a lo
colectivo, me parece que debe ser revisado, porque no se trata del uno por uno,
se trata de lo singular).
Es
evidente que el neoliberalismo no ha elegido el psicoanálisis.
Dado
que el proyecto de esta producción de subjetividad es la des simbolización, destruyendo
toda relación con cualquier legado simbólico.
Es
interrumpir la fórmula ´allí donde el yo era, el otro, el sujeto, ha de
advenir´. Esta producción de subjetividad empuja al sujeto a un presente
permanente, a algo que no es susceptible de ser historizado, algo que no puede
ser narrado.
Hay que
entender que el botín de guerra del neoliberalismo es la producción de
subjetividad. Como anticipaba Margaret Thatcher: La economía es el método y el
objetivo es el alma.
Lacan, el discurso capitalista.
Lacan
decía que el discurso capitalista marchaba hacia su consunción. Como un
dispositivo que desde su propio interior se va a ir consumiendo,
autodestruyendo. No sabemos de qué manera, no se puede esperar nada de eso.
Pero lo
cierto es que a diferencia de las utopías con las que Freud discutía, ya no
tenemos la incertidumbre de qué tipo de futuro puede haber, o de realizar una
sociedad que fuese mejor.
En este
sentido el psicoanálisis sería una actitud conservadora, no en el sentido de la
tradición política conservadora, sino de pensar qué es lo que merece la pena
ser conservado.
No
tiene tanto misterio, esto va a un punto que no tiene forma de ser habitado. Se
trata de producir lógicas desde dentro mismo del dispositivo neoliberal, que no
estén de antemano atrapadas por la lógica del dispositivo.” *
Si uno toma la idea de ´lo singular´ en lugar
de la del ´uno por uno´, como nos lo sugiere Alemán, se nos plantea algo que
podría entenderse como la lucha o la tarea de la construcción de sí mismo, en
lo que cada uno desarrolla un sendero particular. Es la forma de este camino de
búsqueda de sí mismo donde estaría la singularidad de cada sujeto.
En cada caso, en cada ´uno´, su trabajo de
ser alguien lleva al sujeto a vicisitudes particulares. Esto es lo semejante. Al
mismo tiempo, lo singular de cada cual en tanto buscador del sentido de su
identidad.
Por eso entiendo que es posible sustentar el
trabajo del discurso psicoanalítico comunitario,
porque la palabra psicoanalítica en su método de ´interpretación inconsciente´
en la dimensión que le dio Freud, como un cambio y una producción de símbolos,
trabaja lo común de la singularidad.
Parece un trabalenguas, pero quiere decir que
todos estamos en lo mismo, buscando un
destino.
Cada uno está afrontando su lucha, su camino
personal. Somos en esto hermanos de camino, semejantes.
Es por eso que en las tradiciones de
enseñanza basadas en el discípulo y el maestro, haya variados magisterios, cada
maestro formado en cada camino recorrido.
En un grupo dado y en un momento dado por
ejemplo, ofrecer esta idea de que cada uno tiene un camino de construcción de
sí mismo y que en esto somos hermanos, puede producir un efecto de
interpretación y de posible visión en que cada miembro del grupo se pregunte o
suponga sus pasos. Saber al menos que todos estamos en un sendero de búsqueda
de nosotros mismos.
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