Cuando la representación imaginaria es un
producto de la elaboración inconsciente de las ideas resulta verosímil para el
sujeto, dado que ha sido producida por el pensamiento aplicado a la propia
experiencia.
Pero cuando esta representación imaginaria
proviene de identificaciones con el medio exterior, con la publicidad, con la
ideología vigente, con las convenciones de una civilización, se la siente del
mismo modo como propia.
Este es uno de los problemas que hacen que,
en su teoría de la ignorancia, Platón nos diga que la ignorancia del que no
sabe que lo es porque tiene su cabeza rellena de opiniones, es imposible de
resolver, porque en él no hay una mirada crítica sobre sí mismo. Distinto del
que no sabe nada pero quiere aprender, que puesto en contacto con el
conocimiento lo absorbe como una esponja.
Es así que la pedagogía del conocimiento es
la que genera esta mirada crítica sobre el propio saber. A cultivar esa mirada
ha de dedicarse la cultura que espere formar seres sabios.
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