Cuando Lacan abrió su
espacio dentro del psicoanálisis planteando la crítica a la Psicología del Yo estadounidense, diciendo que
había extraviado el concepto de inconsciente centrando el psiquismo en el Yo,
sostuvo una curiosa idea: “Los post
freudianos son en realidad pre freudianos”.
En estos 20 años de mi
práctica en Madrid, he sido confrontado por distintas ideologías vigentes en un
país que llega a la Europa
moderna medio siglo después de la largada, lo que le ha producido atracones de
post modernidad en un esfuerzo hercúleo de arrancarse de una historia muy
antigua.
Estas críticas, centradas en
la idea mundial que “el psicoanálisis está reevaluado”, toman su punto de
partida en la filosofía de la consciencia
representada en su cumbre por Descartes, considerando ciencia lo que puede ser
cuantificado, cosa que deja fuera de juego de un plumazo el surrealismo en el
arte, la antropología estructural en epistemología y el psicoanálisis en
psicología. Son sueños, cuentos de hadas. ¡Eso! Cuando se pierde el rumbo
surgen las paradojas para orientar el barco.
¡Cuentos de hadas!,
¡Sueños!, vino a decir Freud, es de lo que están hechos los hombres, seres
simbólicos, animales hablantes.
Como dice España en su
sabiduría popular: “En el pecado está la penitencia”, lo que significa que el
error destapa la verdad.
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