Páginas

domingo, 4 de diciembre de 2011

SUJETO DEL LENGUAJE. TEORÍA DEL SIGNIFICANTE.

El lingüista ginebrino Ferdinand de Saussure, en su libro recopilatorio Curso de lingüística general, cambia la concepción del lenguaje, superando de la teoría nominalista en que se suponía una unión sustancial entre la palabra y la cosa; por la que el sonido árbol era parte del objeto árbol, entendiéndose que ambos compartían la misma naturaleza, como continuación del mito bíblico del lenguaje original en que Dios en el paraíso nombra a cada objeto.

En esta nueva concepción del lenguaje, para que no haya lugar a confusión, las palabras tienen que poder relacionarse entre ellas mediante elementos diferenciables; y estos no son los significados, que tienen variables infinitas, sino los sonidos que se pueden distinguir unos de otros con claridad:

Las letras del alfabeto se distinguen entre sí, al igual que las frases que componen, al igual que en una serie de 28 números ninguno se confunde con otro.

¿Cuál es el modo en que se relaciona el sentido con la parte sonora de la palabra?

Pongamos un ejemplo:

A un lado de la frontera de una nación de habla española, digamos México, al árbol se designa con el sonido: árbol; al otro lado, en Estados Unidos, de habla inglesa, se lo nombra con otro: tree. Son diferentes a pesar de producir el mismo significado.

No es la parte sonora de la palabra la que implica en sí misma el sentido, ha de ser otro por lo tanto el mecanismo que lo produce.

Habíamos dicho que no había una unión de sustancia o de naturaleza entre el sonido de la palabra y el objeto o significado al que nombra.

Ahora tenemos la posibilidad de decir algo más: lo que une el sentido a la palabra está en la estructura del lenguaje.

A la parte sonora de la palabra Saussure la llama Significante, y al objeto que nombra, Significado. La novedad de su aporte consiste en que el significado de cada significante no se produce desde el mismo significante sino por la posición que este tiene con relación a los demás. El sentido responde a la relación entre ellos.

Esta es la base lingüística de la Teoría del significante de Lacan, que esencialmente indica que las ideas del pensamiento no se forman por su sentido real, sino por un mecanismo de combinaciones inconscientes que funciona más allá del contenido de la idea, y como la combinación está en permanente cambio, también lo está el sujeto.

6 comentarios:

  1. Querido Luis Eduardo;
    es imposible explicar la teoría lingüística de Saussure en tan pocas palabras, aunque he de reconocer que casi lo consigues. Creo que no es del todo exacto lo que dices o que lo que leo no concuerda del todo con lo que sé; me digo: "no es eso, no es eso" Hay una idea fundamental: la de estructura, que los analistas preferís llamar "red", que no hace falta explicar otra vez. Luego está la arbitrariedad del signo lingüístico, la articulación de todos los niveles (fonético-fonológico, sintáctico, semántico, etc. Lo que quiero decir es que hay algunas diferencias entre la explicación sicoanalítica del estructuralismo saussuriano y la filológica, y que yo me muero por conocer estas diferencias de cerca. Pero eso no puede ser de otra forma, creo, que mediante una conversación amistosa acompañada de una taza de café o de cualquier otro brebaje. [De paso podría aclarar de una vez por todas ese misterioso reajuste o simple cambio de relaciones entre los contenidos del inconsciente o entre los significantes (¿en singular?)].

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Querido Fernando

    Cierto es sin duda lo que dices que en lo que digo hay una retórica que traza líneas que atraviesan conceptos de un modo un poco bárbaro. Es el precio que paga mi escritura por buscar la difusión del psicoanálisis en el nivel más amplio posible, no sólo ligado a la información especializada. También se filtra algo (mucho seguramente) de mi ignorancia en ciertos temas.
    Por ejemplo el principio de arbitrariedad del signo, que citas, no está explicitado como debiera hacerse en rigor del despliegue conceptual, claro está, además de ser una idea tan bella que atraviesa la lectura de Saussure.
    Después, el enfoque desde el psicoanálisis de la cuestión lingüística y filológica de Saussure, como mencionas, y su diferencia, es algo que podríamos hacerlo presente en la conversación del brebaje amable del café o té. Como un ejercicio de inter lectura, que se da de esa manera, en que uno no sabía del todo quién era antes de empezar a bebérselo y tampoco sabe bien quién es al terminar la taza, pero se constata que es otro.
    En estas diferencias del curso de la relación – llámese transferencia – es donde se mete Lacan cuando habla de lalengua (lalange), diciendo que en su caso más que de lingüística se trata de linguistería.
    Creo que él trabaja un episteme en que hay una cuestión creativa, por lo cual toma modelos formales que son trabajados por la red o estructura del significante que entiendo, cómo te digo, relacionada a cierta cuestión creativa, vale decir que se procesa en el estropajo de la combinatoria.
    Es por ahí donde me gusta nombrarlo como Humanito poéticus.
    Algo así como que sabemos de dónde venimos (sujetos de una historia) pero no quienes somos, lo cual resultaría un escándalo para el Yo entendido de una forma sustancial, o desde el pensamiento obsesivo que pretende la precisión – léase precisión absoluta – pero es justamente el trabajo inconsciente, acotable en su cambiar y sin embargo referenciado en sus modelos formales. No es de temer esta fluidez siempre que no dejemos de sostener conversaciones ya que estas son las que nos sostienen y por qué no, nos producen. Históricamente, en una dimensión genética de la psicología – concepción que Lacan critica por hacer uso de un tiempo lógico fijo – ya habríamos sido producidos al quedar implicados en el lenguaje en la relación con nuestros primeros objetos; pero en la dimensión freudiana de su trabajo Los recuerdos encubridores, estamos siendo producidos. En efecto la producción del sujeto es un haciendo, gerundio, tiempo eterno de su producción.
    Esta es en el fondo la experiencia que propone la clínica psicoanalítica, de un tiempo que se mueve en la forma de un futuro-anterior, en que desde la incorporación de un nuevo significante cambia la combinatoria de la estructura, dicho sencillamente, cambia la historia.
    Escucho aquí al colega psiquiatra de enfoque fenoménico decir que eso es absurdo, que el pasado no se puede cambiar. Lo enfoca desde la ideología psicológica genética.
    Como han dicho los clínicos en esto del psicoanálisis a sus alumnos: No es tan importante que usted sepa lo que le dice al paciente como que sepa desde que lugar lo dice.
    Esto siempre me ha parecido interesante. Por cierto Lacan lo desarrolla bastante en trabajos como La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud, en los Escritos. Es un tema digno de estudio.
    En el estilo previo de Freud he recogido un dicho a sus estudiantes: Cuando Usted recibe a ese paciente que ve varias veces por semana desde hace mucho tiempo, al llegar a su consulta, no debe saber quién es. Si sabe quién es lo que hace no es psicoanálisis. Este estilo de Freud que nos suele resultar más llano en estos tiempos de narcisismo tecnicista, cuya dificultad de comprensión el poema resuelve.

    Seguimos con el café o brebaje.
    Un fuerte abrazo
    Luis

    ResponderEliminar
  3. Querido Luis

    En absoluto. Estas entradas son muy valiosas, al menos para mí, y me están sirviendo mucho para completar otros textos más extensos, más explicados en detalle. La verdad es que gracias a tus insistentes referencias al "humanito poético" y al modo de obrar de ese engranaje en continuo movimiento tengo una idea mucho más clara que al principio. ¡Como no darse cuenta de que el pasado no es inalterable! Los recuerdos van cambiando, van siendo explicados de forma distinta, al mismo ritmo que se añaden nuevos significantes. El pasado es recreado constantemente desde el futuro. Lo que pasa es que me parezco a aquel que le pedía a Dios que le diera paciencia, pero que se la diera ¡ya!
    Me he puesto manos a la obra, aunque me había propuesto no continuar escarbando en los misterios del psicoanálisis; la lectura de El sublime objeto de la ideología alternado con Suzuki o Dokusho Villalba, es decir, las enseñanzas del zen, ha sido definitiva. Este querer ir siempre más allá para luego estar cada vez más acá es perturbador. Pero, bueno, si es posible que le eche un vistazo a El espinoso sujeto de Zizek, por qué no mirar Los recuerdos encubridores que ya está en el disco duro o La instancia de la letra... que, después de buscar y buscar en internet, la tenía delante de mis narices: "Lacan-Escritos I, Tomo 1, Siglo XXI"

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  4. Lo de la paciencia es interesante. Supongo que Dios te la da "ya", pero tú tienes que trabajártela.

    ResponderEliminar
  5. Hola Mobese y otros, me volví a leer lo anterior. Qué bueno ¿no?

    ResponderEliminar