
Cuando Enrique Pichón Rivière, maestro de psicoanalistas argentinos, fundó el Teléfono de la esperanza, como una línea de guardia para personas que estaban pensando en acabar con su vida, una de las primeras preguntas que se le hacían a quien consultaba era: “¿A quién quiere matar?”, basada en la enseñanza de Freud sobre la melancolía, que entendía el suicidio como un asesinato encubierto.
Aquello – persona, cosa o proyecto – que ha desaparecido, cae sobre el ánimo apesadumbrado del sujeto: “La sombra del objeto perdido que cae sobre el Yo”.Por eso en su artículo Duelo y melancolía dice que el suicidio – que, por el principio narcisista en que se basa el psiquismo humano, sería imposible de ser llevado a cabo – se explica como un asesinato encubierto. El despecho y odio hacia aquello que nos ha abandonado es lo que se trata de eliminar. El vandalismo de días pasados en Londres expresa una falta de lugar simbólico para una parte de la comunidad que queda marginada del proyecto social.
Por eso, en una reacción que va contra aquellos de los suyos que van logrando asomar la cabeza dentro del sistema, una parte de ellos mismos en los barrios inmigrantes de la ciudad, llevan a cabo una acción vandálica contra sí mismos, en este sentido semejante a un suicidio.
Por lo cual, ni la lectura que muchos especialistas de derecha han hecho como un acto irracional de salvajismo, ni la de izquierda de que hacen falta más mecanismos tradicionales de protección social, expresan lo que ocurre a los “sin mundo” en la sociedad.
El humanito se alimenta de la mirada del otro y en ella se sostiene. Cuando está ausente no hay espacio en que vivir.
Como dijo un señor alemán que en su juventud había trabajado en la construcción en España, en una reunión social de una casa de Madrid cuando salió el tema de la inmigración, con la sencillez que escapa a la academia: a los inmigrantes hay que acercarse.
He oído y leído todo tipo de explicaciones a estos sucesos recientes y creo que la del "espacio simbólico"(es decir, su falta) es la más acertada. Lo que me confirma que el psicoanálisis va mucho más allá de ser un mero instrumento terapéutico y por eso mi interés por Slavoj Zizek.
ResponderEliminarInteresante el anterior post "Lacan, reflexiones en el tren. Ahora sabré explicarme el origen de esa sensación y observarla en mí mismo.
Espero ponerme al día pronto leyendo y explorando esta red de blogs que ha levantado usted (¡yo que no puedo manejarme con uno sólo!). Pensaba que algunos serían más "especializados", más dirigidos a un tipo restringido de lectores. Pero veo que no; en todos hay algo atractivo para "roer", para reflexionar y aprender. He renunciado a comentarlo todo, aunque siempre me surge algo que decir, por temor a hacerme pesado, demasiado presente. Pero, repito, sus reflexiones son valiosísimas para mí.
Gracias.