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domingo, 23 de enero de 2011

NO SE TRATA DE HACER CONSCIENTE LO INCONSCIENTE SINO DE CONVERTIR EL PASADO EN PASADO

La concepción de la cura como toma de conciencia - hacer consciente lo inconciente – se queda corta. Suele ser un paso necesario, pero no suficiente.

Por ejemplo, cuando un paciente se presenta en Alcohólicos Anónimos, dirá ante los compañeros del grupo: “soy alcohólico”. Se lo toma como un comienzo.

Si no nos damos cuenta que tenemos un problema, tomar conciencia del mismo puede ser el primer paso para solucionarlo.

Sin embargo hemos visto a personas conscientes de los errores que cometen, darse buenos consejos a sí mismos, sin ser capaces de hacerse caso.

Es necesario un trabajo en la personalidad, antes de que la toma de conciencia pueda resolver el problema.

Es parecido a lo que ocurre en el campo social con la ideología:

Muchos han pensado que si una persona o grupo toma conciencia del error de sus ideas, cambiará de forma de actuar.

Muchos movimientos políticos se han embarcado en esta visión de las cosas y su fracaso ha demostrado que la ideología no es sólo un problema de la conciencia, sino que está, por decirlo así, encarnada. Resulta necesario un proceso de trabajo sobre la experiencia para cambiarla.

Recuerdo a un señor que me consultó el caso de su hijita de 10 años que sufría repetidas crisis de angustia y depresión.

La niña estaba en tratamiento psicológico y la familia me solicitaba una segunda opinión.

Me dí cuenta que la familia, como suele ocurrir en los niños con cuadros sintomáticos, estaba implicada en el problema del que la niña era un síntoma y que el terapeuta tenía en cuenta esta situación.

Les recomendé que persistieran en el tratamiento, porque el psicólogo parecía estar haciendo bien las cosas y veía que la niña iba a necesitar bastante más tiempo de terapia que los cuatro meses que llevaba hasta ese momento. Les dije que si tenían mucha paciencia dándole el tiempo suficiente al tratamiento, ella empezaría a crecer.

Después de varios años volví a ver al padre. Me dijo que la niña estaba muy bien, habiendo superado los largos años de dificultades psicológicas que padecía al momento de la consulta.

Me acordé que en aquella ocasión le había dicho que llegaría un momento en que algo en su mente haría clic, y empezaría a superar la tendencia depresiva y de allí en adelante se le abriría otro camino.

Fue curioso escucharle decir al padre que “lo del clic” había sido así, y que para llegar a ese momento fue necesario mucho trabajo. Había muchas situaciones inconcientes que tuvieron que elaborar, tanto la niña como sus familiares, dijo.

En este caso, el problema de “toma de conciencia” queda bien situado.

Criticamos la cura como toma de conciencia porque deja de lado el concepto de trabajo, necesario para que los conflictos inconcientes se resuelvan.

Algunos problemas se harán conscientes como parte de su resolución, y otros no sabrá el paciente como se resolvieron.

Llevado por esta concepción hemos visto que a veces el terapeuta le dice al paciente con cierto enfado: — No fastidie, tome conciencia — con la idea que al hacerlo todo quedará arreglado, como si se tratara de un ejercicio de voluntad, cuando no lo hace a propósito sino obligado por su condicionamiento inconsciente.

Conviene aclarar que en la dirección contraria, cuando una persona está lista para un cambio y le falta tomar conciencia del problema, este puede ser el paso final para el cambio. En estos casos podemos tener razón en que tomar conciencia lleva a la solución, pero es la excepción a la regla y no debe tomarse como ley general.

La noción de cura como toma de conciencia se halla englobada en una idea más general, que es la filosofía de la comprensión o filosofía de la conciencia, que supone que los procesos mentales son en su totalidad conscientes.

Desde el punto de vista del psicoanálisis entendemos que existen procesos inconcientes que determinan la conciencia.

Esta cuestión puede verse desde el punto de vista del síntoma:

El síntoma es como una señal de carretera que nos dice que vayamos en una dirección: — Mira en esta dirección que allí tienes algo que aprender —. Los síntomas hablan.

— ¿De qué hablan?

— Del conflicto inconsciente que los produce.

Por ejemplo el alcohólico dirá:

Yo sé que beber me hace daño y que dejarlo me cambiaría la vida, pero no puedo.

El sujeto es consciente del problema, pero no puede hacer caso del consejo que le da su conciencia.

— ¿Por qué no puede dejar de lado el alcohol, sabiendo que le hace mal?

— Porque el alcoholismo, es un síntoma de una historia de conflictos emocionales que han dejado marcas en su personalidad.

Hasta aquí todo el mundo lo entiende.

Pero de aquí en adelante se abren dos caminos distintos para la solución del problema.

Uno es el que considera que tomando consciencia y poniendo de su parte, mediante la voluntad se resolverá el problema.

Y el del psicoanálisis:

— Que la dependencia al alcohol es un síntoma de conflictos inconcientes que hay que resolver, por lo que su cura dependerá de que estos se resuelvan. Por supuesto que la voluntad sigue siendo un factor necesario.

Los conflictos están encarnados en el inconsciente por lo que el método psicoanalítico trabaja en “transferencia”.

Este concepto producido por Freud, significa que los traumas que han marcado la personalidad del sujeto, son concentrados como por un embudo en la relación que el paciente lleva adelante con el psicoanalista, y allí encuentran un camino de cambio, en tanto se vuelven a vivir en la relación con el analista y en ella pueden resolverse de una mejor forma que la que ocurrió en su pasado. Es lo que se llama “Neurosis de transferencia”.

Freud decía de la transferencia del psicoanálisis: “La cura no se produce en ausencia ni en efigie”.

Vale decir que no se produce por una vía de comprensión, en ausencia de lo vivido, ni por representación de lo vivido, sino volviéndolo a vivir, en la evocación de lo vivido.

Hace unos días, una psiquiatra le dijo a una de mis pacientes, criticando su psicoanálisis, que no se puede cambiar el pasado.

Este es un error común cuando no se tiene en cuenta el concepto de inconsciente. Se habla del pasado real cuando se trata del pasado psíquico, que es aquello vivido en el pasado que no deja de machacarnos el presente.

No se trata de cambiar el pasado material de los hechos sucedidos, como si tuviéramos una máquina del tiempo en que viajamos al momento en que fijó el conflicto, para así vivirlo de otra manera.

Quitar en el presente las marcas traumáticas que lo vivido ha dejado, es a lo que nos referimos como cambiar el pasado.

Es por ese error de concepción que deja de lado lo inconsciente, que se puede decir que no es posible cambiar el pasado en la personalidad del sujeto.ra como toma de conciencia - hacer consciente lo inconciente – se queda corta. Suele ser un paso necesario, pero no suficiente.

Por ejemplo, cuando un paciente se presenta en Alcohólicos Anónimos, dirá ante los compañeros del grupo: “soy alcohólico”. Se lo toma como un comienzo.

Si no nos damos cuenta que tenemos un problema, tomar conciencia del mismo puede ser el primer paso para solucionarlo.

Sin embargo hemos visto a personas conscientes de los errores que comenten, darse buenos consejos a sí mismos, sin ser capaces de hacerse caso.

Es necesario un trabajo en la personalidad, antes de que la toma de conciencia pueda resolver el problema.

Es parecido a lo que ocurre en el campo social con la ideología:

Muchos han pensado que si una persona o grupo toma conciencia del error de sus ideas, cambiará de forma de actuar.

Muchos movimientos políticos se han embarcado en esta visión de las cosas y su fracaso ha demostrado que la ideología no es sólo un problema de la conciencia, sino que está, por decirlo así, encarnada. Resulta necesario un proceso de trabajo sobre la experiencia para cambiarla.

Recuerdo a un señor que me consultó el caso de su hijita de 10 años que sufría repetidas crisis de angustia y depresión.

La niña estaba en tratamiento psicológico y la familia me solicitaba una segunda opinión.

Me dí cuenta que la familia, como suele ocurrir en los niños con cuadros sintomáticos, estaba implicada en el problema del que la niña era un síntoma y que el terapeuta tenía en cuenta esta situación.

Les recomendé que persistieran en el tratamiento, porque el psicólogo parecía estar haciendo bien las cosas y veía que la niña iba a necesitar bastante más tiempo de terapia que los cuatro meses que llevaba hasta ese momento. Les dije que si tenían mucha paciencia dándole el tiempo suficiente al tratamiento, ella empezaría a crecer.

Después de varios años volví a ver al padre. Me dijo que la niña estaba muy bien, habiendo superado los largos años de dificultades psicológicas que padecía al momento de la consulta.

Me acordé que en aquella ocasión le había dicho que llegaría un momento en que algo en su mente haría clic, y empezaría a superar la tendencia depresiva y de allí en adelante se le abriría otro camino.

Fue curioso escucharle decir al padre que “lo del clic” había sido así,y que para llegar a ese momento fue necesario mucho trabajo. Había muchas situaciones inconcientes que tuvieron que elaborar, tanto la niña como sus familiares, dijo.

En este caso, el problema de “toma de conciencia” queda bien situado.

Criticamos la cura como toma de conciencia porque deja de lado el concepto de trabajo, necesario para que los conflictos inconcientes se resuelvan.

Algunos problemas se harán conscientes como parte de su resolución, y otros no sabrá el paciente como se resolvieron.

Llevado por esta concepción hemos visto que a veces el terapeuta le dice al paciente con cierto enfado: — No fastidie, tome conciencia — con la idea que al hacerlo todo quedará arreglado, como si se tratara de un ejercicio de voluntad, cuando no lo hace a propósito sino obligado por su condicionamiento inconsciente.

Conviene aclarar que en la dirección contraria, cuando una persona está lista para un cambio y le falta tomar conciencia del problema, este puede ser el paso final para el cambio. En estos casos podemos tener razón en que tomar conciencia lleva a la solución, pero es la excepción a la regla y no debe tomarse como ley general.

La noción de cura como toma de conciencia se halla englobada en una idea más general, que es la filosofía de la comprensión o filosofía de la conciencia, que supone que los procesos mentales son en su totalidad concientes.

Desde el punto de vista del psicoanálisis entendemos que existen procesos inconcientes que determinan la conciencia.

Esta cuestión puede verse desde el punto de vista del síntoma:

El síntoma es como una señal de carretera que nos dice que vayamos en una dirección: — Mira en esta dirección que allí tienes algo que aprender —. Los síntomas hablan.

— ¿De qué hablan?

— Del conflicto inconsciente que los produce.

Por ejemplo el alcohólico dirá:

Yo sé que beber me hace daño y que dejarlo me cambiaría la vida, pero no puedo.

El sujeto es consciente del problema, pero no puede hacer caso del consejo que le da su conciencia.

— ¿Por qué no puede dejar de lado el alcohol, sabiendo que le hace mal?

— Porque el alcoholismo, es un síntoma de una historia de conflictos emocionales que han dejado marcas en su personalidad.

Hasta aquí todo el mundo lo entiende.

Pero de aquí en adelante se abren dos caminos distintos para la solución del problema.

Uno es el que considera que tomando consciencia y poniendo de su parte, mediante la voluntad se resolverá el problema.

Y el del psicoanálisis:

— Que la dependencia al alcohol es un síntoma de conflictos inconcientes que hay que resolver, por lo que su cura dependerá de que estos se resuelvan. Por supuesto que la voluntad sigue siendo un factor necesario.

Los conflictos están encarnados en el inconsciente por lo que el método psicoanalítico trabaja en “transferencia”.

Este concepto producido por Freud, significa que los traumas que han marcado la personalidad del sujeto, son concentrados como por un embudo en la relación que el paciente lleva adelante con el psicoanalista, y allí encuentran un camino de cambio, en tanto se vuelven a vivir en la relación con el analista y en ella pueden resolverse de una mejor forma que la que ocurrió en su pasado. Es lo que se llama “Neurosis de transferencia”.

Freud decía de la transferencia del psicoanálisis: “La cura no se produce en ausencia ni en efigie”.

Vale decir que no se produce por una vía de comprensión, en ausencia de lo vivido, ni por representación de lo vivido, sino volviéndolo a vivir, en la evocación de lo vivido.

Hace unos días, una psiquiatra le dijo a una de mis pacientes, criticando su psicoanálisis, que no se puede cambiar el pasado.

Este es un error común cuando no se tiene en cuenta el concepto de inconsciente. Se habla del pasado real cuando se trata del pasado psíquico, que es aquello vivido en el pasado que no deja de machacarnos el presente.

No se trata de cambiar el pasado material de los hechos sucedidos, como si tuviéramos una máquina del tiempo en que viajamos al momento en que fijó el conflicto, para así vivirlo de otra manera.

Quitar en el presente las marcas traumáticas que lo vivido ha dejado, es a lo que nos referimos como cambiar el pasado.

Es por ese error de concepción que deja de lado lo inconsciente, que se puede decir que no es posible cambiar el pasado en la personalidad del sujeto.La concepción de la cura como toma de conciencia - hacer consciente lo inconciente – se queda corta. Suele ser un paso necesario, pero no suficiente.

Por ejemplo, cuando un paciente se presenta en AlcohólicosAnónimos, dirá ante los compañeros del grupo: “soy alcohólico”. Se lo toma como un comienzo.

Si no nos damos cuenta que tenemos un problema, tomar concienciadel mismo puede ser el primer paso para solucionarlo.

Sin embargo hemos visto a personas concientes de los errores que comenten, darse buenos consejos a sí mismos, sin ser capaces de hacerse caso.

Es necesario un trabajo en la personalidad, antes de que la toma de conciencia pueda resolver el problema.

Es parecido a lo que ocurre en el campo social con la ideología:

Muchos han pensado que si una persona o grupo toma conciencia del error de sus ideas, cambiará de forma de actuar.

Muchos movimientos políticos se han embarcado en esta visión de las cosas y su fracaso ha demostrado que la ideología no es sólo un problema de la conciencia, sino que está, por decirlo así, encarnada. Resulta necesario un proceso de trabajo sobre la experiencia para cambiarla.

Recuerdo a un señor que me consultó el caso de su hijita de 10 años que sufría repetidas crisis de angustia y depresión.

La niña estaba en tratamiento psicológico y la familia me solicitaba una segunda opinión.

Me dí cuenta que la familia, como suele ocurrir en los niños con cuadros sintomáticos, estaba implicada en el problema del que la niña era un síntoma y que el terapeuta tenía en cuenta esta situación.

Les recomendé que persistieran en el tratamiento, porque el psicólogo parecía estar haciendo bien las cosas y veía que la niña iba a necesitar bastante más tiempo de terapia que los cuatro meses que llevaba hasta ese momento. Les dije que si tenían mucha paciencia dándole el tiempo suficiente al tratamiento, ella empezaría a crecer.

Después de varios años volví a ver al padre. Me dijo que la niña estaba muy bien, habiendo superado los largos años de dificultades psicológicas que padecía al momento de la consulta.

Me acordé que en aquella ocasión le había dicho que llegaría un momento en que algo en su mente haría clic, y empezaría a superar la tendencia depresiva y de allí en adelante se le abriría otro camino.

Fue curioso escucharle decir al padre que “lo del clic” había sido así,y que para llegar a ese momento fue necesario mucho trabajo. Había muchas situaciones inconcientes que tuvieron que elaborar, tanto la niña como sus familiares, dijo.

En este caso, el problema de “toma de conciencia” queda bien situado.

Criticamos la cura como toma de conciencia porque deja de lado el concepto de trabajo, necesario para que los conflictos inconcientes se resuelvan.

Algunos problemas se harán concientes como parte de su resolución, y otros no sabrá el paciente como se resolvieron.

Llevado por esta concepción hemos visto que a veces el terapeuta le dice al paciente con cierto enfado: — No fastidie, tome conciencia — con la idea que al hacerlo todo quedará arreglado, como si se tratara de un ejercicio de voluntad, cuando no lo hace a propósito sino obligado por su condicionamiento inconsciente.

Conviene aclarar que en la dirección contraria, cuando una persona está lista para un cambio y le falta tomar conciencia del problema, este puede ser el paso final para el cambio. En estos casos podemos tener razón en que tomar conciencia lleva a la solución, pero es la excepción a la regla y no debe tomarse como ley general.

La noción de cura como toma de conciencia se halla englobada en una idea más general, que es la filosofía de la comprensión o filosofía de la conciencia, que supone que los procesos mentales son en su totalidad concientes.

Desde el punto de vista del psicoanálisis entendemos que existen procesos inconcientes que determinan la conciencia.

Esta cuestión puede verse desde el punto de vista del síntoma:

El síntoma es como una señal de carretera que nos dice que vayamos en una dirección: — Mira en esta dirección que allí tienes algo que aprender —. Los síntomas hablan.

— ¿De qué hablan?

— Del conflicto inconsciente que los produce.

Por ejemplo el alcohólico dirá:

Yo sé que beber me hace daño y que dejarlo me cambiaría la vida, pero no puedo.

El sujeto es conciente del problema, pero no puede hacer caso del consejo que le da su conciencia.

— ¿Por qué no puede dejar de lado el alcohol, sabiendo que le hace mal?

— Porque el alcoholismo, es un síntoma de una historia de conflictos emocionales que han dejado marcas en su personalidad.

Hasta aquí todo el mundo lo entiende.

Pero de aquí en adelante se abren dos caminos distintos para la solución del problema.

Uno es el que considera que tomando consciencia y poniendo de su parte, mediante la voluntad se resolverá el problema.

Y el del psicoanálisis:

— Que la dependencia al alcohol es un síntoma de conflictos inconcientes que hay que resolver, por lo que su cura dependerá de que estos se resuelvan. Por supuesto que la voluntad sigue siendo un factor necesario.

Los conflictos están encarnados en el inconsciente por lo que el método psicoanalítico trabaja en “transferencia”.

Este concepto producido por Freud, significa que los traumas que han marcado la personalidad del sujeto, son concentrados como por un embudo en la relación que el paciente lleva adelante con el psicoanalista, y allí encuentran un camino de cambio, en tanto se vuelven a vivir en la relación con el analista y en ella pueden resolverse de una mejor forma que la que ocurrió en su pasado. Es lo que se llama “Neurosis de transferencia”.

Freud decía de la transferencia del psicoanálisis: “La cura no se produce en ausencia ni en efigie”.

Vale decir que no se produce por una vía de comprensión, en ausencia de lo vivido, ni por representación de lo vivido, sino volviéndolo a vivir, en la evocación de lo vivido.

Hace unos días, una psiquiatra le dijo a una de mis pacientes, criticando su psicoanálisis, que no se puede cambiar el pasado.

Este es un error común cuando no se tiene en cuenta el concepto de inconsciente. Se habla del pasado real cuando se trata del pasado psíquico, que es aquello vivido en el pasado que no deja de machacarnos el presente.

No se trata de cambiar el pasado material de los hechos sucedidos, como si tuviéramos una máquina del tiempo en que viajamos al momento en que fijó el conflicto, para así vivirlo de otra manera.

Quitar en el presente las marcas traumáticas que lo vivido ha dejado, es a lo que nos referimos como cambiar el pasado.

Es por ese error de concepción que deja de lado lo inconsciente, que se puede decir que no es posible cambiar el pasado en la personalidad del sujeto.

4 comentarios:

  1. hola, siempre pienso en esto de hacer consciente lo inconsciente? de acuerdo a eso seria como si un hombre tuviera en su subconsciente el deseo de tener relaciones homosexuales, en ese caso llevarlo a lo consciente seria tener las relaciones homosexuales? por favor alguien expliqueme o que me diga si estoy equivocado porque los ejemplos en los libros acerca de eso no existen, solo hablan de hacer consciente lo inconsciente pero no ponen ejemplos claros ni lo explican bien...

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    1. si tuvieras deseos de matar a alguien en tu inconciente y lo haces conciente lo matarias ?

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    2. Lo más probable es que no lo matases, porque al estar inconsciente esta sometido al mecanismo de la negación que puede dejar de hacer efecto y dejar que el deseo se convierta en acto. Al hacerlo consciente es más fácil de manejarlo.

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  2. Creo que la toma de conciencia cura. Creo que la visión de ver la "toma de conciencia" solamente desde la perspectiva racional, demerita y no permite comprenderla.
    La toma de conciencia o conciencializacion (Jung) no es solamente comprender racionalmente, mas bien radica en la experimentación total de lo que no se ha comprendido. Para ello ademas de comprender racionalmente tendría que haber un acto con miras de conocer lo que aun se considera inconsciente. Solamente así existiría algo "aprendido" , una madurez ,un conocimiento nuevo......En fin, Toma de conciencia.

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