
“El que no siente profundamente, no piensa. Casi se diría que en el hombre ha habido una especialización: así como ciertos insectos han transformado su organismo en una máquina-herramienta, nosotros tendemos a transformar una gran parte de nuestras capacidades sensoriales o afectivas, en esa computadora que es el cerebro. Si perdemos la simpatía casi visceral, no ganamos nada.”
En “Con los ojos abiertos”. Edit. Emecé. Pág. 273. 1983. Buenos Aires.
No hay comentarios:
Publicar un comentario