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sábado, 29 de agosto de 2009

DISCURSOS DE LOS MEDIOS Y EFECTOS MENTALES

Los humanitos funcionamos en un entrecruzamiento con el otro. Vale decir que sin perder nuestra identidad nos vamos identificando – transformando – según lo que el discurso de la otra persona nos provoca.

Esta notable capacidad social está nuestra esencia, es una característica de nuestra naturaleza, Para bien y para mal. Para bien porque esto hace posible el afecto en las relaciones sociales y para mal porque las hace más complejas.

A aquello que llega directamente al inconsciente de lo que el otro dice. En efecto, en la palabra está presente el sentido de lo que se dice y aquello que está entre líneas, que se disimula entre los textos. Esto es lo que se incorpora, lo que se combina en nuestro inconsciente.

En términos psicoanalíticos el discurso es el significante. En lo que se dice existe un registro de sentido, lo que llamamos de significación, y otro registro, simultáneo al sentido, del orden de la forma. Como ejemplo podemos utilizar a la ironía. No es igual decir algo llanamente que con el doble sentido que está dirigido a sorprender a las ideas y a la sensibilidad del interlocutor, como ocurre en esta. No es lo mismo decir por ejemplo Todos los hombres son iguales, que decir Todos los hombres son iguales pero algunos son más iguales que otros. En este último caso, se filtra un mensaje que hace pensar al interlocutor sobre algo que en la naturaleza humana tiene que ver con el nivel de calidad de los sujetos.

Con esto se dice de forma subrepticia que los seres humanos tenemos distintos niveles de calidad, introduciéndonos en una situación difícil, la de plantear una verdadera complejidad en el mundo humano, porque no es un tema obvio, fácil de resolver, ya que cuando decirnos que todos somos iguales nos planteamos un principio universal de igualdad de derechos, pero lo otro es más complejo y genera preguntas, incluso puede dar lugar al cuestionamiento de la ley social sencilla y universal del primer enunciado. El inconsciente es llevado inevitablemente a estas consideraciones, las piense el sujeto conscientemente o no.

Una parte de la palabra funciona como sonido. Por ejemplo si digo árbol, invariablemente aparece en nuestra mente el sentido de la palabra árbol, pero además de este sentido está la cuestión fonética, los sonidos que la integran: a-r-b-o-l, y el lenguaje está armado de modo tal que cada palabra puede funcionar y hacernos sentir el sentido de ella porque está integrada en un mecanismo que hace que se diferencie de las otras. Se diferencia gracias a este mecanismo del lenguaje, no porque la tengamos grabadas en un registro de nuestro cerebro de tipo químico o en nuestros genes y de este modo la sabríamos porque nuestros mayores ya la sabían y nos la han transmitido genéticamente. Desde el punto de vista del psicoanálisis esta es una situación que se adquiere por aprendizaje puro al llegar el niño a un mundo de hablantes, en que le entra, se le incorpora el aparato del lenguaje.

Esto que es cómo funciona la maquinita del lenguaje trae como consecuencia lo que decíamos que existen formas de combinación en el discurso que modifican potencialmente nuestra personalidad inconsciente ya que esta depende en última instancia de la forma en que están combinadas nuestras ideas y sentimientos.

Aclarado lo que llamamos discurso, queremos plantear los efectos inconscientes que tienen la mayoría de los discursos de los medios de comunicación sobre la mente inconsciente.

Si abro los cuatro canales normales que le llegan a todo el mundo en España, podría hacer una descripción de discursos sintética como la siguiente:

1. Una serie del corazón venezolana

2. Un programa del corazón español de tolerable gusto

3. Un telediario

4. Otro programa del corazón español de terrible gusto

5. Un documental muchas veces repetido

6. Un programa de concurso

7. Una serie estadounidense

8. Una película del Oeste americano

9. Un programa de asuntos esotéricos

10. Otro telediario

11. Un programa de debate político

El 90 % de ellos de mala calidad y de mal gusto en mi opinión. Después de escuchar y ver esta serie de discursos siento que no quedará casi nada libre en nuestro inconsciente.

Personalmente, habiendo llegado ayer de vacaciones de un país con graves problemas sociales,diferentes a los de España, al escuchar el comienzo de un informativo radial, cambié inmediatamente de emisora. En la otra también pasaba lo mismo así que giré el dial hasta dar con una que sólo pasaba música. Y tomé una decisión, no escuchar nunca más informativos y telediarios, porque me di cuenta de que mucho más que danos información, nos hacen escuchar una serie de discursos nocivos.

Esto incluye también a los que hablan de política: que los escuchen los políticos que son los que trabajan en eso, y sabrán tener defensas mentales contra su propio engendro, porque yo como ciudadano de a pié ya sé perfectamente cuál es mi lectura de la cuestión objetiva a la que juegan esos señores en la política de España, y no teniendo ningún poder, lo único que hago escuchando la misma caracalla nociva es afectar mi mente y mi cuerpo, en síntesis, mi vida. ¿Qué me voy a aislar? Es posible, pero prefiero aislarme que enfermarme. Será una cierta esquizoidía, menor en gravedad sin duda a la grave paranoia que produciría en mí escucharlos todos como he hecho siempre.

Pero esta no es una cuestión que se limite a la política. La insistente manera de dar lugar a la crónica negra por ejemplo, pasa de castaño oscuro. ¿Qué hay peligros? ¡Vaya novedad! Al repetirlo hasta el hartazgo lo que logran es volvernos a todos paranoicos.

Que sigan ellos con su esquizofrenia de inyectar toxinas creyendo que son algo bueno para la salud.

Eso es de lo que se trata: Es una cuestión de salud. Son sin duda demandables como daños a la salud pública, exactamente igual que los narcotraficantes.

¿Qué me paso? ¿Qué estoy paranoico? Puede ser, pero no lo creo: el que ve la verdad no necesariamente está delirando.

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