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domingo, 28 de abril de 2013

EL PENSAMIENTO DIALÉCTICO DE LOS COLOMBIANOS


Cuando les digo a mis amigos colombianos que la razón por la que vivo en Colombia, además del amor por mi esposa de esta tierra, es porque me gusta el pensamiento de la gente del lugar, me miran como si les estuviese  tomando el pelo.
Es que entre el mal rollo del narcotráfico y de la guerra, parece que ya se tienen poca fe y que la imagen de sí mismos está un poco caída.

Me quedo pensando en su reacción descreída y llego a la conclusión de que mi admiración no va dirigida a las políticas de estado y gobierno que como todas en nuestra América Latina han estado muy llevadas hacia terrenos de poca inteligencia, sino a la forma del pensamiento de sus gentes.
Son los más cariñosos y los más crueles, los mayores constructores y los mayores destructores, de bienes, ideas y vidas. De esta historia que hablen los sociólogos; a lo que me refiero es a la capacidad lógica para la paradoja que albergan sus  mentes, en la que está fundamentado el pensamiento dialéctico.

Llegar a esta estructura de pensamiento no es fácil y los que lo consiguen tienen una herramienta maravillosa para enfrentar la vida y, al mismo tiempo, es un tipo  de mentalidad que se presta a la manipulación. Porque en una mente habitada por una lógica rígida, no entran matices, pero al mismo tiempo esta plasticidad se presta para ser llevada a la confusión.

Ahora, en esta tierra de espíritus maravillosos, se presenta una coyuntura política a su altura, resolver dos dramas históricos: lograr la paz interior y legalizar las drogas.
Con estos dos logros históricos podrían centrar su capacidad de una vez por todas, salir de la confusión histórica y construir otro país.

Estos dos “imposibles” sólo pueden estar al alcance de mentes privilegiadas y de salir triunfantes podrían sentar las bases de lo que este país se merece, un futuro floreciente.

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