
La aventura interior –
En una entrevista le preguntaron a Borges: ¿Para Usted, qué es la vida? Contestó: “Es una interesante aventura que nos compromete, y hasta el momento mismo de la muerte sigue siendo una aventura.”
En la sociedad de consumo predomina la idea de que la aventura consiste en la lucha por la posesión de cosas. Por eso nos preguntamos si puede entenderse que la vida misma (por el hecho de ser vida, por su propia naturaleza) puede ser una aventura, como opina Borges.
Vamos a hacer una reflexión sobre esto. Nos hacemos algunas peguntas:
¿De qué aventura habla? ¿No es todo conocido? Si tengo trabajo, techo, comida, compañía, familia ¿Qué más puedo pedir?
Estas son unas ideas de sentido común bastante difundidas, como piensa la mayoría de la gente porque quien más quien menos tiene conciencia de la dureza de las tiranías de la necesidad, ya fueran vividas en cuerpo propio o ajeno y estas ideas hacen referencia a la felicidad de no pasar trabajos.
Otra forma de pensar es que lo realmente humano comienza después de que las miserias corporales están solucionadas, y es entonces dónde preguntamos cuál es la aventura propia de la vida humana.
Decía el latino:
De dónde venimos, quienes somos y adónde vamos.
Un punto de partida de la aventura es la de quienes somos, la de quién es cada uno, aquello con lo que nos identificamos, según lo cual vamos a desarrollar nuestra lucha, nuestro goce y nuestro destino. Esta es la aventura de la identidad.
La primera idea está ligada a la subsistencia material, lo segundo es sustancia simbólica.
¿Somos, como nuestros hermanos animales, comer y dormir, refugiarnos de las inclemencias del tiempo, de los depredadores, o somos el mundo de ilusiones que nuestra imaginación nos sugiere?
Incluso puedes estar pasando necesidades y estar viviendo la vida es sueño, como decía Calderón de la Barca; el sueño no deja de serlo aunque sea una pesadilla.
Ya lo decía San Agustín, cuando el estómago está vacío no puede decirse que exista Dios del todo.
No se trata de discutir si es necesario comer, se trata de saber si el símbolo es la naturaleza del hombre.
No nos paramos en mientes al afirmar que el hombre es sujeto del lenguaje, que nada humano existe por fuera de la casa del lenguaje.
La aventura de vivir tiene que ver con la verdad.
¡Uh! ¿Cuál verdad? podrá decir el lector. La verdad subjetiva, lo que sentimos que somos, lo que asumimos que es nuestra manera de sentir y pensar, de ubicarnos en el mundo. El mundo en este sentido es una mezcla de realidad material, social, física, la realidad de por dónde hay que cruzar la calle, y el modo en que vemos la realidad, la realidad subjetiva.
La aventura de vivir es la forma de construir nuestra identidad, sobre la que se construirá nuestro destino. Esta, como decía Borges, es una interesante aventura que nos compromete.
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