SOBRE LA TEMIDA PANDEMIA DEL VIRUS DE ABRIL 2009
Carta abierta a los encargados de comunicación de la Organización Mundial de la Salud.
Los argumentos de los responsables sanitarios, políticos y en general de los medios, da la impresión que hablan de un microbio de gran virulencia, de gran capacidad de hacer daño, pero llama la atención que no se haya escuchado – al menos yo no lo he escuchado – algún argumento que explique la razón de esta virulencia.
Si siempre hemos comido patatas y de pronto surge una patata peligrosa para la salud, antes o al mismo tiempo que se manda al ejército a quemar los campos y depósitos de patatas, habrá que explicar por qué se han vuelto venenosas las patatas.
Siempre ha habido gripe y si esta gripe es potencialmente diez o cien veces más peligrosa que las gripes habituales, hay que explicar por qué. Ya que no basta con darlo a entender con las acciones, también es necesario hacer conocer la razón. Tanto para dar la mayor credibilidad al emprendimiento, como para respetar la inteligencia del interlocutor. Ambas son bases de la eficacia.
Hablo como un ciudadano del común. No me he dedicado a investigar la cuestión, pero he estado escuchando los mensajes de los medios, y tengo la impresión de que o bien se les ha olvidado explicarlo o yo no lo escuché.
Este ciudadano es al mismo tiempo médico, por lo que puede ser especial el hecho de que no lo haya escuchado.
Han logrado alarmarnos, y puede que eso esté bien si tienen razones para hacerlo, como nos dicen. Pero no nos han dicho de modo claro el por qué creen que este virus de la gripe puede ser especialmente virulento para merecer la decisión de alarmarnos.
Recién hoy, lunes 4 de mayo de 2009, a diez días aproximadamente de haber comenzado la alarma sanitaria mundial, he oído la primera aproximación a una explicación por parte de la directora de la OMS de las razones por las que los especialistas temen una anormal capacidad de hacer daño del virus. En sus manifestaciones publicadas en El País de Madrid, la doctora Margaret Chan da a entender las razones que tienen los epidemiólogos para considerar que este virus tiene un peligro potencial mayor que el de cualquier virus de gripe.
Resulta posible adivinar (tampoco queda del todo claro) en su explicación, que en este virus han detectado la presencia de los genes del virus del 2003 llamado SARS (síndrome agudo respiratorio grave) y del virus de la gripe aviar de los últimos años, los que producen un alto índice de mortalidad (hasta el 50% de los enfermos contagiados murieron).
La Dra. Chan, en ese entonces encargada de sanidad de China, fue la que dirigió la campaña para yugular la crisis, por lo cual ahora está al mando de la OMS. Pero tiene también en su notable historial una crítica de la que ha sido objeto, y es que el gobierno chino ocultó durante bastante tiempo la información al mundo, lo que les fue reprochado por la misma OMS que ahora dirige.
Creo posible que la Dra. Chan haya sufrido los efectos de esta crítica y seguramente ha actuado bajo la presión de no repetir aquel error, y por ello habrá estado especialmente pendiente que las informaciones fueran transparentes.
Pero esta preocupación, en sí misma adecuada, pudo haberla hecho caer en cierto exceso retórico por una parte, en cuanto al lenguaje utilizado en sus comunicaciones sobre el problema, y por otra parte en problemas en el discurso de estas comunicaciones. Sólo después de varios días de la alarma sanitaria, nos venimos enterando de lo más elemental: la razón del problema.
Ya que, dirá el lector si me equivoco, decir que este virus era de cuidado porque era heredero de los otros dos anteriores que habían demostrado ser graves, no parece tan difícil. Tampoco parece correcto que sea descifrado después de 10 días de alarma sanitaria mundial.
Por ejemplo, la utilización, aún a efectos de negarla, de frases como: “No estamos en absoluto hablando del fin de la humanidad”. Por más que la expresión el fin de la humanidad, esté precedida por su negación, produce el efecto sobre el que la escucha, del mayor de los temores. Es sabido en psicología que la negación es una forma de hacer presente la idea, y que el inconsciente se queda con la presencia de la idea, más allá de que se la haya dicho para negarla o para afirmarla.
Otro ejemplo en esta entrevista: “Mucha gente tiene ideas equivocadas acerca de lo que significará el nivel 6 cuando se decrete. Muchos creen que entonces habrá muchísimos enfermos y que todos morirán”.
En síntesis, el mensaje (que no las palabras) que llega al inconsciente colectivo y es leído como lo que dice la OMS es justamente lo contrario, que estamos ante el fin de la humanidad y que se va a decretar el nivel 6 y cuando esto ocurra todos morirán.
Como vemos comete un error de comunicación elemental, como lo sabe cualquier especialista en el tema de la comunicación.
Si además, la razón de la urgencia queda inmersa entre otras explicaciones, sin ponerla en primer lugar, como es menester en una situación de emergencia, se entiende el exceso de alarma y la sensación de una posible falsedad en todo el asunto, que siente el ciudadano.
Da la impresión que la Dra. Chan, viene condicionada por una doble historia, la de la crítica de que ha sido objeto, que para lavarla hace uso de expresiones evitables, y posiblemente también, por provenir de una cultura política y de comunicación acostumbrada al autoritarismo centralista del poder como la china de las últimas décadas, padezca inevitablemente de un cierto tic autoritario que la hace – posiblemente de forma totalmente inconsciente – desconocer que a quien se dirige es a un interlocutor.
Gracias hemos de dar a su capacidad directiva y a su buena intención, pero me permito pensar que no es la mejor comunicadora posible para este caso.
Tenemos un buen capitán al mando de la nave en la tormenta, pero un deficiente comunicador. No estaría mal que la OMS, como suele ocurrir con los gobiernos, tuviera para estos menesteres un encargado de prensa, especializado en la experiencia de decir al público lo que fuera necesario.
Se ha comentado que, en muchos momentos críticos de la historia de la humanidad, a pesar de contar con notables medios instrumentales, los proyectos llevados a cabo, no salieron lo bien que debieran a causa del factor humano.
Con esta expresión se ha hecho mención a que en estas ocasiones, elementos personales del tipo que fuera, de los que normalmente nos pasan a la gente, han interferido en dicha eficacia. Cosas como que tal persona había discutido con su pareja, con un hijo, etc. han llegado a descentrar un criterio, generando una conducta errónea. Creo que esta noción engloba mi interpretación de la cuestión.
Los argumentos de los responsables sanitarios, políticos y en general de los medios, da la impresión que hablan de un microbio de gran virulencia, de gran capacidad de hacer daño, pero llama la atención que no se haya escuchado – al menos yo no lo he escuchado – algún argumento que explique la razón de esta virulencia.
Si siempre hemos comido patatas y de pronto surge una patata peligrosa para la salud, antes o al mismo tiempo que se manda al ejército a quemar los campos y depósitos de patatas, habrá que explicar por qué se han vuelto venenosas las patatas.
Siempre ha habido gripe y si esta gripe es potencialmente diez o cien veces más peligrosa que las gripes habituales, hay que explicar por qué. Ya que no basta con darlo a entender con las acciones, también es necesario hacer conocer la razón. Tanto para dar la mayor credibilidad al emprendimiento, como para respetar la inteligencia del interlocutor. Ambas son bases de la eficacia.
Hablo como un ciudadano del común. No me he dedicado a investigar la cuestión, pero he estado escuchando los mensajes de los medios, y tengo la impresión de que o bien se les ha olvidado explicarlo o yo no lo escuché.
Este ciudadano es al mismo tiempo médico, por lo que puede ser especial el hecho de que no lo haya escuchado.
Han logrado alarmarnos, y puede que eso esté bien si tienen razones para hacerlo, como nos dicen. Pero no nos han dicho de modo claro el por qué creen que este virus de la gripe puede ser especialmente virulento para merecer la decisión de alarmarnos.
Recién hoy, lunes 4 de mayo de 2009, a diez días aproximadamente de haber comenzado la alarma sanitaria mundial, he oído la primera aproximación a una explicación por parte de la directora de la OMS de las razones por las que los especialistas temen una anormal capacidad de hacer daño del virus. En sus manifestaciones publicadas en El País de Madrid, la doctora Margaret Chan da a entender las razones que tienen los epidemiólogos para considerar que este virus tiene un peligro potencial mayor que el de cualquier virus de gripe.
Resulta posible adivinar (tampoco queda del todo claro) en su explicación, que en este virus han detectado la presencia de los genes del virus del 2003 llamado SARS (síndrome agudo respiratorio grave) y del virus de la gripe aviar de los últimos años, los que producen un alto índice de mortalidad (hasta el 50% de los enfermos contagiados murieron).
La Dra. Chan, en ese entonces encargada de sanidad de China, fue la que dirigió la campaña para yugular la crisis, por lo cual ahora está al mando de la OMS. Pero tiene también en su notable historial una crítica de la que ha sido objeto, y es que el gobierno chino ocultó durante bastante tiempo la información al mundo, lo que les fue reprochado por la misma OMS que ahora dirige.
Creo posible que la Dra. Chan haya sufrido los efectos de esta crítica y seguramente ha actuado bajo la presión de no repetir aquel error, y por ello habrá estado especialmente pendiente que las informaciones fueran transparentes.
Pero esta preocupación, en sí misma adecuada, pudo haberla hecho caer en cierto exceso retórico por una parte, en cuanto al lenguaje utilizado en sus comunicaciones sobre el problema, y por otra parte en problemas en el discurso de estas comunicaciones. Sólo después de varios días de la alarma sanitaria, nos venimos enterando de lo más elemental: la razón del problema.
Ya que, dirá el lector si me equivoco, decir que este virus era de cuidado porque era heredero de los otros dos anteriores que habían demostrado ser graves, no parece tan difícil. Tampoco parece correcto que sea descifrado después de 10 días de alarma sanitaria mundial.
Por ejemplo, la utilización, aún a efectos de negarla, de frases como: “No estamos en absoluto hablando del fin de la humanidad”. Por más que la expresión el fin de la humanidad, esté precedida por su negación, produce el efecto sobre el que la escucha, del mayor de los temores. Es sabido en psicología que la negación es una forma de hacer presente la idea, y que el inconsciente se queda con la presencia de la idea, más allá de que se la haya dicho para negarla o para afirmarla.
Otro ejemplo en esta entrevista: “Mucha gente tiene ideas equivocadas acerca de lo que significará el nivel 6 cuando se decrete. Muchos creen que entonces habrá muchísimos enfermos y que todos morirán”.
En síntesis, el mensaje (que no las palabras) que llega al inconsciente colectivo y es leído como lo que dice la OMS es justamente lo contrario, que estamos ante el fin de la humanidad y que se va a decretar el nivel 6 y cuando esto ocurra todos morirán.
Como vemos comete un error de comunicación elemental, como lo sabe cualquier especialista en el tema de la comunicación.
Si además, la razón de la urgencia queda inmersa entre otras explicaciones, sin ponerla en primer lugar, como es menester en una situación de emergencia, se entiende el exceso de alarma y la sensación de una posible falsedad en todo el asunto, que siente el ciudadano.
Da la impresión que la Dra. Chan, viene condicionada por una doble historia, la de la crítica de que ha sido objeto, que para lavarla hace uso de expresiones evitables, y posiblemente también, por provenir de una cultura política y de comunicación acostumbrada al autoritarismo centralista del poder como la china de las últimas décadas, padezca inevitablemente de un cierto tic autoritario que la hace – posiblemente de forma totalmente inconsciente – desconocer que a quien se dirige es a un interlocutor.
Gracias hemos de dar a su capacidad directiva y a su buena intención, pero me permito pensar que no es la mejor comunicadora posible para este caso.
Tenemos un buen capitán al mando de la nave en la tormenta, pero un deficiente comunicador. No estaría mal que la OMS, como suele ocurrir con los gobiernos, tuviera para estos menesteres un encargado de prensa, especializado en la experiencia de decir al público lo que fuera necesario.
Se ha comentado que, en muchos momentos críticos de la historia de la humanidad, a pesar de contar con notables medios instrumentales, los proyectos llevados a cabo, no salieron lo bien que debieran a causa del factor humano.
Con esta expresión se ha hecho mención a que en estas ocasiones, elementos personales del tipo que fuera, de los que normalmente nos pasan a la gente, han interferido en dicha eficacia. Cosas como que tal persona había discutido con su pareja, con un hijo, etc. han llegado a descentrar un criterio, generando una conducta errónea. Creo que esta noción engloba mi interpretación de la cuestión.
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