En una conversación entre amigos se decía que los nueve mil millones de habitantes del mundo son más de los que se pueden sostener en una economía moderna.
La capacidad económica instalada puede funcionar con dos mil millones de personas. Los demás no caben en el sistema, por lo que están condenados a morir. Porque la economía no da para mantener a más gente, no porque nadie quiera ese destino.
En realidad, no es verdad que no dé para más, sino que las políticas económicas son restrictivas y están diseñadas para servir trabajar con el 20 % de la población, que es diferente.
¿Por qué se las ha planificado de este modo? Si hay que hacer una revisión del modelo económico nos hallaríamos ante un problema. La dificultad por lo tanto no consiste en que no sea posible hacerlo, sino en la voluntad política para ello.
Es en este punto de la reflexión sobre el modelo económico del neo liberalismo, que cabe la presencia del deseo inconsciente que determina esta realidad. Junto con otras determinaciones, como la económica, la social y la ideológica, esta determinación subjetiva es fundamental, porque toda la estructura de las herramientas de la economía está diseñada con base en la falta de interés en la inclusión económica de la humanidad.
El concepto mismo de
humanidad está ausente; no existe en la agenda del pensamiento neo liberal.
¿Qué humanidad? Siguen diciendo los amigos que reflexionan sobre el problema. La humanidad somos nosotros. ¿Los demás? de malas. No hay interés porque no existe el concepto de humanidad. En el sentido común del neoliberal, lo que más se acerca a este concepto es la idea de masa; algo despersonalizado a lo que difícilmente se puede considerar humano.
En dicha mentalidad
existe un deseo inconsciente de eliminación de la mayoría.
Si levantamos la vista vemos que esta eliminación ya está en marcha; lo cual a nuestro entender es una prueba en acción, de este deseo.
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