Sólo sexo sí, pero no sólo.
La expresión “sólo
sexo” viene usándose para referirse a una relación en que no ha habido una
compenetración personal que implique una vivencia de emociones o sentimientos.
Esto siempre ha
existido, ha habido relaciones puramente eróticas y otras más afectivas; sin
embargo, la denominación de sólo sexo tiene una implicación que nos dice algo
del tiempo actual de la sexualidad.
El sentido de que hay
relaciones donde no se hace presente lo personal. Como si fuera una relación
masturbatoria con otro.
No estamos en contra de
que haya relaciones de sólo sexo, sino que creemos ver que en esta expresión no
está presente el entramado de las almas que se hablan, se comunican, se
entremezclan, en las relaciones sexuales.
Nos sentimos más cerca
de un Hölderlin quien decía que tocar un cuerpo era un acto místico y sagrado, un
contacto con la eternidad.
A los jóvenes les
diríamos que sí, “sólo sexo”, pero no sólo. Porque es muy difícil que en una
relación sexual no haya un contacto personal con todo lo que está presente del
sujeto en el abrazo.
Los Millennial provienen
de una generación anterior de liberación sexual a aquella en que los seres
humanos superamos las ataduras morales de la sexualidad, donde tanto hombre
como mujer dejamos caer los estereotipos esclavistas de la sexualidad, en que
las mujeres sufrían sobre el goce del sexo una condena moral y los hombres
tenían en su esposa el modelo de la santa que no goza y ellos gozaban con las
amantes o las profesionales.
“Haga el amor, no la
guerra”, decía un cartelito en las alcobas de las jóvenes parejas de los
tiempos hippies. Fue una hermosa y magnífica liberación.
Pero después nos
pasamos de frenada y lo que fue un acceso se convirtió en una condena. Lo que
antes estuvo reprimido se convertiría en obligación. Liberación sí, pero no
liberación.
Ni los límites rígidos
ni la ausencia de límites.
Esto está en la
historia contemporánea del sólo sexo, relacionado con el ritual del pensamiento
post moderno en que la liberación de la rigidez de las ideas, cayó en la
creación vertiginosa de palabras.
Ya nada significa nada,
todo es fugaz. Esto fue lo que deseábamos alcanzar, quisimos tener un coche,
pero no andar a 300 Km por hora como ahora. Que me guste la velocidad, pero no
a 300 por hora. Sé que esto es difícil de entender, parece evidente, pero es lo
más difícil que hay. Siempre queremos ir al borde de la muerte. Queríamos vivir
en orgasmo permanente, un orgasmo mental, que es el mejor que hay, pero no
queríamos como los jóvenes de ahora, evitar tiempos de tontería, de no ser
nada. Tenemos que, a nuestros descendientes generacionales, se les está yendo
la mano. Y el problema del perreo es que reprime el pensamiento, y sin
pensamiento la vida desciende al salvajismo. El sujeto del sistema de
producción neoliberal es salvaje.
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