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domingo, 6 de marzo de 2011

CISNE NEGRO: LA PSICOSIS.

Un crítico de cine decía por la radio que Cisne Negro es una película sobre el dolor. Fui a verla y me gustó. El personaje femenino magníficamente interpretado por la joven Natalie Portman es el de una persona afectada por un proceso psicótico. Es correcta la apreciación del crítico, en el rasgo psicótico hay algo que produce específicamente dolor.

No es fácil decir sencillamente de qué se trata la psicosis. Sabemos que se manifiesta por un fallo en el criterio de la realidad, por lo cual la persona tiene mucha dificultad para manejarse en ella.

Es una falla del aparato de lectura que implica tanto a la realidad exterior como la del propio sujeto, por lo que produce efectos de vacío interno que la persona trata de colmar.

El dolor aparece cuando el esfuerzo para solucionar estos vacíos resulta fallido, ya que en ese momento el sujeto se ve en riesgo.

Ella quiere lograr lo más difícil, la paradoja de abarcar las dos danzas contrarias, el cisne blanco y el cisne negro. Acostumbrada a lidiar con sus propios extremos, cuenta con el mayor entrenamiento para lograrlo y por un momento lo consigue; finalmente la psicosis la alcanza.

El dolor surge de la frustración de no poder escapar del temor al daño: en la psicosis el dolor es la máscara del miedo; deslizamiento del mayor miedo al mayor dolor.

1 comentario:

  1. "El cisne negro"…"un semblante femenino"

    por Mónica Magaldo

    La historia de ésta protagonista puede rápidamente leerse como el caso de una mujer que ante la posibilidad de obtener un papel importante en su carrera sufre una desestabilización.

    Nos recuerda el caso del presidente Shereber, un clásico de la literatura psicoanalítica. La protagonista al momento de tener que representar el cisne negro se encuentra en dificultades que nos permiten inferir que en su estructura falta un significante, el del nombre del padre, que operaría como soporte de sentido o causa.

    Tiene escenas que nos muestran su desencadenamiento con fenómenos elementales, alucinaciones y pseudo construcciones delirantes muy interesantes y bien realizadas. Aunque por momentos nos trasladan a un compendio de psicopatología, que achata las expectativas del saber hacer de un artista.

    Por eso esta perspectiva no es tan interesante, como la que ofrece para los espectadores, la angustia o expectativa de la decepción de una historia de amor.

    ¿De que se trata el Lago de los cisnes?

    El Lago de los cisnes es una de las historias que como cuento de hadas, no tiene un final feliz. Creo entonces que nos ofrece por un lado, una historia de locura (como enfermedad) pero por el otro, algo de la locura femenina. Con esto me refiero al “goce suplementario”, eso que está “en más”, y que se ubica en los tiempos en que Lacan hablaba de las fórmulas de la sexuación (Seminario 20).

    El cisne negro, es el semblante de La mujer y la sexualidad que ella no podía representar, solo sirviéndose de un poco de locura.

    La pregunta es:

    ¿y cómo lo asumen las mujeres no tan locas?

    Yo diría que con un poco de locura también, pero bajo la comprensión de “la representación” es decir del significante, es un lugar a ocupar momentáneamente…. Al momento del amor.

    Por eso, mientras la protagonista enloquece clínicamente, bordeamos la locura de las otras bailarinas, que esperan “ser tocadas” por el director y compiten (con pito) como toda lógica fálica por un segundo de brillo, ser la estrella .

    Y que cuando el reinado acaba, a veces sin necesariamente perder la razón, pierden el sentido de aquello que las causa. Pero como decía, en términos de amor y sobre todo en relación a los sexos, la razón no tiene nada que hacer allí. Pero si, la pasión, la pulsión, el goce o el término que queramos escoger a la de hora de…eso-coger. El film puede ofrecernos una lectura del lugar de la mujer y de lo femenino, en el entramado de lo imaginario como espectáculo, para ser visto, a costa de un cuerpo real que se desgarra por todos lados y despunta nuevamente a los síntomas de la época: como la anorexia u otro tipo de privaciones para ofrecer una imagen heterea, que no necesariamente se incluye en este tipo de práctica como la danza. Nos queda el semblante que ofrece el lenguaje, el discurso, la poesía, o la expresión consentida del amor y así es como crecemos entre cuentos de hadas y amor, cuentos necesarios para velar el vacío, pero son solo eso… cuentos de amor, que nos posibilitan contarnos, ser tenidos en cuenta en el mundo del Otro.

    Y las mujeres pueden asumir entonces, su lugar de reinas amadas, de elegidas convirtiéndose en “La excepción” entre las otras, en el encuentro con el Otro Sexo.

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