- Un caso de Neurosis Obsesiva -
¡Por fin llegaron a la panadería!
Me refiero a la última escena de la película “Mejor imposible”, que trata de un caso de neurosis obsesiva, interpretado por Jack Nicholson.
Digo “por fin” porque todo el desarrollo de la película, hasta entrar en la panadería, es el retorcido camino que recorre la neurosis hasta llegar a curarse, y esta cura está representada por la escena final.
Todo el camino ejemplifica los rituales de la neurosis y la llegada a la panadería sugiere el comienzo de una distinta forma de vivir, de un nuevo discurso.
Cuando Nicholson invita a la chica a una cena y trata de hablar con ella como ella lo hace con él, con espontaneidad, en un momento se agarra la cabeza y dice “hablar así es desesperante”.
¿Qué es lo desesperante para Nicholson?
- La inclusión del otro en su discurso. El tiene sus propias condiciones internas para decir y sentir cosas, y dejar entrar al otro en la conversación es algo que le obliga a cambiar estas normas, que son su manera de ser. Ello produce una conmoción de su personalidad. Por eso desespera.
Necesita hablar con el otro sin interrupciones, cuando la presencia del otro es, por naturaleza, una interrupción.
Al mismo tiempo entre metida de pata y metida de pata, en la seducción en la que está embarcado con la chica, logra decir algo bien, algo adecuado, algo bello para ella. Ella lo reconoce; pero también reconoce sus insoportables paridas. La escena se desarrolla en esta dimensión, y así va también toda la historia de la relación.
El siente que cada cosa que hace, cada palabra que pronuncia, es un paso hacia el abismo.
El neurótico obsesivo siente que en cada paso puede morir, que cualquier equivocación puede ser definitiva.
Por eso vive preocupado por evitar cualquier error, en un perfeccionismo extremo. No puede permitirse cometer ninguno porque hasta el menor error es para él peligroso.
Por eso duda, como quien dice: le pide permiso a un pie para mover el otro. Y en cuando el otro pie le da permiso para moverse, también duda de si el permiso que le ha dado no será un error.
Como puede ver el lector, el mecanismo lleva a la parálisis mental. Esta estructura de conductas y sentimientos explica todas las angustias del personaje.
Por otra parte, sintiendo como siente, hay que darle ciertamente la razón: ¿quién no haría lo mismo, si cada paso pudiera ser fatal, si no hubiera otra oportunidad?
Madrid 10/03/2008
Luis Schnitman
¡Por fin llegaron a la panadería!
Me refiero a la última escena de la película “Mejor imposible”, que trata de un caso de neurosis obsesiva, interpretado por Jack Nicholson.
Digo “por fin” porque todo el desarrollo de la película, hasta entrar en la panadería, es el retorcido camino que recorre la neurosis hasta llegar a curarse, y esta cura está representada por la escena final.
Todo el camino ejemplifica los rituales de la neurosis y la llegada a la panadería sugiere el comienzo de una distinta forma de vivir, de un nuevo discurso.
Cuando Nicholson invita a la chica a una cena y trata de hablar con ella como ella lo hace con él, con espontaneidad, en un momento se agarra la cabeza y dice “hablar así es desesperante”.
¿Qué es lo desesperante para Nicholson?
- La inclusión del otro en su discurso. El tiene sus propias condiciones internas para decir y sentir cosas, y dejar entrar al otro en la conversación es algo que le obliga a cambiar estas normas, que son su manera de ser. Ello produce una conmoción de su personalidad. Por eso desespera.
Necesita hablar con el otro sin interrupciones, cuando la presencia del otro es, por naturaleza, una interrupción.
Al mismo tiempo entre metida de pata y metida de pata, en la seducción en la que está embarcado con la chica, logra decir algo bien, algo adecuado, algo bello para ella. Ella lo reconoce; pero también reconoce sus insoportables paridas. La escena se desarrolla en esta dimensión, y así va también toda la historia de la relación.
El siente que cada cosa que hace, cada palabra que pronuncia, es un paso hacia el abismo.
El neurótico obsesivo siente que en cada paso puede morir, que cualquier equivocación puede ser definitiva.
Por eso vive preocupado por evitar cualquier error, en un perfeccionismo extremo. No puede permitirse cometer ninguno porque hasta el menor error es para él peligroso.
Por eso duda, como quien dice: le pide permiso a un pie para mover el otro. Y en cuando el otro pie le da permiso para moverse, también duda de si el permiso que le ha dado no será un error.
Como puede ver el lector, el mecanismo lleva a la parálisis mental. Esta estructura de conductas y sentimientos explica todas las angustias del personaje.
Por otra parte, sintiendo como siente, hay que darle ciertamente la razón: ¿quién no haría lo mismo, si cada paso pudiera ser fatal, si no hubiera otra oportunidad?
Madrid 10/03/2008
Luis Schnitman
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