
El significante se impone al imaginario. Cuando una emergencia significante impone su impronta, el imaginario no puede resistirse a ser. Es algo así como una eficacia absolutamente mecánica. Es como si dijéramos que si se mueve el eje del coche, gira la rueda.
La característica de este efecto imaginario es la del sentimiento de verdad. En el momento en que veo el árbol verde, el color del árbol se me impone como verdad. El sentimiento de verdad subjetivo tiene la característica de ser absoluto.
Aunque racionalmente yo pueda aceptar que lo que veo no sea real, no puedo dejar de verlo.
Las fobias son un buen ejemplo de esto, en el campo de los síntomas de trastornos mentales.
Aunque sea un ejemplo de una distorsión o trastorno, no por ello pierde validez en cuanto al mecanismo. Es un mecanismo salido de lugar, pero el mecanismo es el mismo que en el sujeto normal.
Un sujeto puede tener fobia a hablar por teléfono – se puede tener fobia a cualquier cosa. El sabe que lo que siente no tiene ninguna base real, sabe que el teléfono no es algo que pueda producir ese temor terrible que él siente. Ha hablado toda la vida por teléfono sin problema. Sin embargo, nos dice que, aunque lo sabe, no puede evitar sentir que es verdad.
Este es el carácter absoluto que tiene el sentimiento de verdad subjetivo.
En esta imposición del significante, mecánica e inconsciente, sobre la verdad subjetiva del sentimiento imaginario, está la base de lo que planteamos como “el mal”, desde el punto de vista psicoanalítico.
La base del mal es la imposición significante. Debido a que es el mecanismo indudable del pensamiento en que se asienta toda soberbia.
Haciendo una valoración, creemos que puede sostenerse que la soberbia es el principal de los defectos en los que el ser humano puede caer.
Desde el punto de vista psicoanalítico, toda la estructura del pensamiento está fundamentada en el amor a sí mismo, lo que se llama narcisismo.
No hay mayor fuerza organizadora que el amor, y todo amor pasa por el amor a sí mismo.
El amor al otro, recae sobre el yo, y desde allí se proyecta sobre el otro. Todo amor tiene esta doble vuelta, y en ello, en la preservación del propio yo, halla su fuerza.
La perversión fundamental pasa por la “mala” utilización de este narcisismo esencial de la estructura del pensamiento. Por ello decimos que esta perversión del narcisismo, que es la soberbia, es la base del mal.
Si bien es inevitable el mecanismo, no es inevitable su perversión. Se puede manejar el pensamiento en un sentido autocrítico. En tanto, lo que nos muestran nuestros sentidos, lo que nos hace sentir nuestro imaginario, puede ser trabajado por el mecanismo crítico del pensamiento.
Esta crítica permite superar el apego al propio sentimiento de verdad.
Lo cual no significa que el sentimiento absoluto de la verdad subjetiva sea malo en sí mismo, de ninguna de las maneras. Tiene su lugar, un lugar fundamental.
Nuestros planteamientos acerca de lo que llamamos El humanito, van en esta dirección.
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