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lunes, 14 de septiembre de 2009

CONFUNDIR OPINIÓN CON REALIDAD:


¿LOCURA O MANIPULACIÓN?

En la Grecia clásica el pensamiento de los Sofistas reinó durante nada menos que 300 años.
Históricamente esto termina con Sócrates planteando que las verdades, para saber si coinciden con la realidad hay que demostrarlas, y como herramienta de demostración agregan la exigencia lógica a la pura opinión sobre las cosas, por más convincente que resulte.

Los sofistas pensaban que la realidad era lo que se opinaba sobre la realidad y el valor esencial para saber cuál era la opinión real no era la demostración sino la verosimilitud. Como cuando vemos una mala película y decimos que no resulta verosímil; aunque sabemos que es una ficción le pedimos que tenga una calidad de interpretación suficiente para que nos resulte creíble el personaje, una calidad de guión para que nos resulte creíble asimismo la historia.
Los sofistas tomaban la realidad como una película: si la describes de una forma creíble eso era la realidad.
El espíritu sofista es un espíritu mágico, un rasgo infantil que quiere sentir que todo lo que quiere y lo todo lo que cree, se da en la realidad, es real.

La vida adulta consiste en admitir que los hechos son tozudos, y las realidades de la vida se obstinan en demostrárnoslo.
Pero, esta fantasía omnipotente, propia del alma del humanito mejor trajeado, tiende a surgir en la vida y la historia de las naciones una y otra vez, traída por la humana vanidad.
Es increíble lo fácil que es ver real lo que no es más que un deseo de que sea real.
Muchas veces las políticas de las naciones caen en la línea sofista confundiendo la realidad con la retórica sobre la realidad, llevada a cabo con ayuda de la propaganda; en muchos casos honestamente, creyéndose su propia retórica, y en otras con afán retorcido y de oscuros fines.

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