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jueves, 20 de marzo de 2008

JULIO VERNE NOS VISITA DE NUEVO - FICCION REAL

LA DIFICULTAD DE TENER IDEAS

Me acuerdo de mi padre diciendo “qué difícil es que a uno se le ocurra una idea”. Al modo de los recuerdos de infancia que nos han impresionado, éste se ha quedado conmigo hasta hoy.
Ya dedicado a la formación en el espíritu científico, me ha parecido verse confirmada esta reflexión.
Estoy leyendo un libro de Gore Vidal, en que él a su vez rescata un artículo de su padre Eugene, dedicado a la aviación en sus primeros tiempos, acerca de la conversación con uno de los hermanos Wright, inventores del avión. Lo reproduzco como ejemplo de lo anterior, para desarrollar la idea.

“Iba con frecuencia a visitar a Orville Wright y charlábamos largo y tendido sobre los problemas de los comienzos. Le pregunté cuál fue el principal obstáculo con que se encontró a la hora de desarrollar el primer aeroplano con motor. Para sorpresa mía me contestó que el diseño de la hélice. Dijo que apenas había nada escrito sobre el tema.
Al cabo de un año más o menos, después del primer vuelo, Wilbur y él discutieron la posibilidad de mantenerse sentados mientras volaban, en lugar de recostados sobre el asiento, y decidieron intentarlo. Me contó que no fue hasta algo más tarde cuando se les ocurrió hacer ruedas para el despegue y para el aterrizaje y para controlar el aparato en tierra.
Pasaron muchos años, quizá incluso veinte, antes de que les pusieran frenos a los aeroplanos, aunque los automóviles los tuvieses desde el principio.”

También me acuerdo de Ferdinand de Saussure, el fundador de la lingüística moderna diciendo: Es más fácil encontrar una verdad que hallar el lugar que le corresponde.
Lo de Saussure entiendo que se refiere a la construcción más general de las ideas, que es la de la teoría. Se te puede ocurrir una idea, pero si lo la puedes ubicar en una concepción del tema que te ocupa, viene a ser como una ocurrencia o una fantasía, la que no es desdeñable por serlo pero que sería el primer paso para llegar a la idea. No cualquiera puede tener fantasías interesantes, pero tener una idea es más difícil.
Yendo a los inventores de la aviación, nos parece interesante la sorpresa de E. Gore acerca de que el principal obstáculo fue cómo hacer la hélice. Su sorpresa parece indicar que por alguna razón misteriosa, eso sería lo último que se le habría ocurrido. ¿Cuál es la razón para este orden de prioridades imaginario que parece haber tenido Gore sobre el proceso? Supongo que en la palabra “imaginario” está el secreto. Nuestra mente vive inmersa en lo imaginario, que es una suma de la costumbre, lo cotidiano, la tradición, lo habitual o familiar, etc., de lo cual es difícil ir más allá. El genio seguramente es aquel que puede distanciarse bastante de lo imaginario para tener una visión excéntrica a lo habitual, un punto de vista alejado, con lo que goza de una visión en perspectiva, en la cual está el espacio para otra concepción.
Seguramente era más fácil desde el punto de vista de la sorpresa de un aparato que vuela, dar prioridad a las alas, por ejemplo. ¿Acaso no hemos tomado siempre como modelo a las aves?
Lo de ir acostados o sentados en las sillas fue algo que tampoco le cayó a los Wright del cielo, nunca mejor dicho.
Y lo que también sorprende a Gore es que a pesar de que ya estaba inventado en los automóviles, no se les ocurriese ponerles ruedas a sus máquinas voladoras para el tiempo que estaban en tierra, y que… ¡pasaran veinte años hasta que se les ocurrió la idea de ponerles frenos a las ruedas!
También los hermanos fundadores, a pesar de su evidente genialidad de innovadores, tenían sus anclas imaginarias bien asentadas en las convenciones de lo habitual.
“Cuánto cuesta tener ideas”, sigue para mí siendo vigente.
Tampoco deja de tener una explicación profundamente psicológica que este ancla sea tan fuerte, porque el nexo que tenemos con la realidad, que nos protege de perdernos en laberintos ignotos del pensamiento, es el imaginario que compartimos con nuestra propia historia.


Luis Schnitman
Madrid, 20/3/2008


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